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Ontinyent cierra la antigua OTK por no adaptarse a los usos que marca el PGOU

El ayuntamiento no renueva la licencia a la discoteca ya que el plan fija un uso dotacional en la zona

El Ayuntamiento de Ontinyent ha ordenado el cierre inmediato de la discoteca OTK, ubicada en el Camí Vell de Xàtiva, ya que el establecimiento no se adecua a los nuevos usos que marca el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para los terrenos emplazados en la zona donde está el local. Tras la resolución de la alcaldía del cese inmediato de la actividad, agentes de la Policía Local han procedido a precintar las tres puertas de acceso al local, así como el cierre y precinto de los contadores de luz y agua, dejando acta del cese de la discoteca y el precinto de los accesos al local.

El motivo del cierre del local y del cese de la actividad de la discoteca se debe, según han explicado desde el ayuntamiento a Levante-EMV, a que el local no se adapta a los nuevos usos de las parcelas de la zona. La discoteca, que era propiedad de un conocido empresario del ocio nocturno ontinyentí y que pasó a manos de un grupo empresarial de fuera de la ciudad tras el fallecimiento del dueño en 2015, desarrollaba su actividad con una licencia de actividad de hace más de una década. Con la revisión del PGOU, el plan general determina que los usos de los terrenos donde se encuentra la discoteca son de uso público dotacional, que permite actividades como colegios, ambulatorios o un centro de atención a mayores como el que se encuentra en la zona (CEAM Ontinyent, ubicado en el Passeig Germanies), pero no para locales de ocio como la discoteca. Por ello, «al revisar la licencia de actividad de la discoteca, se ha comprobado que no se puede renovar esa licencia porque no se adapta a los usos que marca el PGOU, y se ha ordenado el cierre», según manifestaban ayer desde del consistorio.

La OTK ya fue clausurada en 2013, cuando se llamaba Bamboo. El consistorio procedió entonces al cierre del local tras las numerosas quejas presentadas por los vecinos, por los excesos de ruido y los incumplimientos de la licencia. Los vecinos se agruparon en una asociación y denunciaron que los indicadores sonoros superaban los niveles permitidos, denunciaban también el botellón, peleas, bullicio a la entrada y salida, así como otras molestias que impedían el descanso. El consistorio ordenó el cierre tras comprobar que el local no tenía licencia de apertura, funcionamiento y ambiental. La discoteca tenía una licencia de 1985 para desarrollar su actividad como local de baile con ambientación musical y suministro de bebidas, pero una inspección técnica comprobó que el establecimiento se había ampliado y modificado sin permisos de obra, y que además ofrecía servicios hoteleros, de restauración, ocio y entretenimiento, conciertos, terraza con ambientación musical, capeas y discomóviles, servicios para los que no tenía licencia de actividad. La concejalía de Territori, entonces dirigida por la edil Rebeca Torró, alegó también que la discoteca se encontraba fuera de la nueva ordenación, recuerdan.

Usos actuales incompatibles

Este cierre fue ordenado en febrero de 2013 y en octubre de aquel mismo año una jueza ordenaba la suspensión cautelar de la orden de cierre, lo que permitía al propietario reabrir el local, que ha seguido funcionando hasta ahora, cuando cierra por no poderle renovar la licencia de actividad tras la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de la capital de la Vall y no adaptarse la discoteca a los nuevos usos de la zona, insisten.

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