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Suspenso en Cultura

Tras una mirada a la cultura ontinyentina, a raíz de la programación cultural del primer semestre que daba a conocer el gobierno municipal presidido por Jorge Rodríguez, como final de su segundo cuatrienio como batle, cabe calificarla, académicamente, como de insuficiente. Para fijar el concepto de cultura conviene tener en cuenta los siguientes aspectos: Que los romanos «inventaron el primer concepto de cultura: la cultura personal. Dieron a las palabras cultura, cultus, incultus, un nuevo significado». E. B. Tylor acuñó una de las definiciones más clásicas de la cultura en 1871: «Es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres?»

Pero al margen de lo que han dicho de la cultura pensadores y filósofos, conviene detenerse, ahora y aquí, en el concepto que semejan transmitir ayuntamientos como el de Ontinyent. Básicamente basado en las actividades culturales, las cuales son vistas como «un incentivo de desarrollo y empleo para los territorios», por Xavier Greffe de la Universidad de la Sorbona, quién habla de la cultura como «una actividad generadora de desarrollo y de empleo, tanto a nivel de países como de territorios». De la cultura también dice que «se le reconoce tradicionalmente un papel en el ocio o en el desarrollo de algunas industrias». El empleo cultural es una opción que, como no sea para incrementar de funcionarios la plantilla municipal, no se ve que preocupe ni al gobierno local, ni al resto de partidos políticos. Pese a que, según el erudito francés, se debería convertir «en modelo a seguir». Cuando el gobierno municipal habla de turismo como foco económico para generar empleo, ¿porqué no piensa, y lo sustancia, en el «turismo cultural»? Donde sí aprueba, y con nota, es en el énfasis que pone en la rehabilitación del patrimonio.

Como rezaba el titular informativo de este diario: «La reivindicación de la mujer y Queen marcan este semestre cultural», aderezado de guarnición vecinal (Asociación S. Rafel), con la enésima actuación de Pep Gimeno, Botifarra en la ciudad (siempre plausible). Lo que es lamentable es que, en todo el semestre, si no fuera por las agrupaciones musicales locales programando algunos conciertos de sus músicos, del ayuntamiento no sonaría nada. Limitándose este a tres sucedáneos musicales llevados al teatro (Queen, Ara Malikian y «los tres tenores»). Excluyendo, una vez más, a tantos cantantes y músicos valencianos que en su vida artística no han pisado un escenario municipal ontinyentí. Por lo que habrá que suspender en esta materia, sin necesidad de llegar a fin de curso, al gobierno de Rodríguez. Y llueve sobre mojado, ya que en el cuatrienio anterior, con el regidor Oviedo en la batuta, también hizo agua, al sonar muy desafinado.

No basta con que los ediles Sayo Gandia y Àlex Borrell presenten y defiendan la programación creyéndose que es la mejor, lo que evidenciaría una falta de visión en la gestión cultural. Máxime cuando Ontinyent, como cabeza comarcal, debería ser un polo de atracción cultural para todos los pueblos de la Vall. La cultura, al ser un bien intangible, influye entre los gobernantes, quienes se dejan llevar equivocadamente por la dependencia del voto mayoritario. Y por ello priman las inversiones en pedra.

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