En 1369, el Real Monasterio de Santa Clara de Xàtiva cobró vida por primera vez en su actual emplazamiento tras la muralla con la llegada de las primeras religiosas que lo habitaron. 650 años después, las puertas del antiguo convento de clausura se abren por primera vez en la historia para que los vecinos que crecieron contemplando su majestuoso porte puedan recorrer los entresijos de las dependencias que hasta ahora habían permanecido completamente ocultas a las miradas: el espacioso y diáfano refectorio, los angostos y fríos dormitorios donde descansaban las monjas, la cocina con ladrillos y pilas de mármol del Buixcarró de 1783 o el patio central, objeto de una profunda limpieza para desterrar la abundante maleza que lo invadía como consecuencia de los 15 años de abandono posteriores a la marcha de las clarisas a Canals.

Entre hoy y mañana, 150 privilegiados serán los primeros en descubrir el interior de este emblema arquitectónico recién adquirida por el ayuntamiento, que ofrece una abigarrada mezcla de estilos, testimonio de las transformaciones acontecidas en su seno a lo largo de los siglos. El acceso es gratuito, pero se hará en grupos de 15 personas y a razón de 4 turnos diarios, para salvaguardar la seguridad del inmueble. Las plazas para inscribirse están copadas hasta abril: las solicitudes se agotaron en apenas dos días, una muestra del viejo anhelo de los setabenses por conocer los secretos y elementos únicos que esconde Santa Clara, que no son pocos. Las visitas en el Bien de Interés Cultural se programan únicamente el primer fin de semana de cada mes. La demanda ha obligado a prolongar el calendario más allá del mes de mayo. «Es un orgullo que una joya de nuestro patrimonio que ha estado cerrada toda la vida pueda ser conocida por la ciudadanía», observó ayer el alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, durante el recorrido que se brindó a los medios a modo de presentación, guiado por el especialista Sergio Rubio. En el interior del complejo se despliegan pequeños trabajos de acondicionamiento desde hace dos meses, a la espera de que el consistorio defina los posibles usos y se marque una hoja de ruta de intervenciones a lago plazo para rehabilitar las partes más deterioradas e identificar los distintos espacios de cara al visitante, algunos de los cuales no son accesibles. Las continuas reformas y añadidos experimentados a lo largo del tiempo, así como el prolongado abandondo sufrido, difuminan y deslucen un conjunto de gran valor, con lo que se ha de estudiar en qué puntos podría ser interesante recuperar antiguos elementos de la fábrica original que han ido quedando sepultados, como unas puertas góticas.

Lo único claro por ahora es que la parte del claustro reconstruida en el siglo XX tras ser dinamitda por el Comité Revolucionario durante la Guerra Civil, la que recae a la Albereda y al Portal del Lleó, será derribada para construir el futuro Palacio de Justicia de Xàtiva. El consistorio adquirirá el local ahora ocupado por un restaurante italiano „propiedad del empresario Francisco Pallás„ que también desaparecerá para dar paso a una nueva plaza por la que se accederá a los juzgados. Esta actuación dejará al descubierto y hará visitable el lienzo de muralla que delimita Santa Clara, ahora aprisionado por la edificación moderna.

Elementos únicos

La iglesia es el único espacio que todos los años se ha abierto religiosamente por el día de la patrona. En el siglo XVII se recreció el claustro, aunque el original gótico quedó intacto y la iglesia, de arcos perpiaños, fue recubierta con una bóveda de cañón. El terremoto de 1748 obligó a sustituir los arcos por un artesonado de cerchas en tijera de madera, ocultas en la cubierta por la bóveda del XVII, con tal de aligerar el peso de la edificación. Según Rubio, posiblemente se trataría de un artesonado único en la Comunitat Valenciana.

Dos escaleras renacentistas, los pavimentos típicos valencianos del s. XV, unos relicarios del XVII y una muestra de cerámicas de todas las etapas son otros de los tesoros de mayor atractivo que conserva el convento. A los pies del templo hay una dependencia con bóveda de crucería de la que parte la Escalera Secreta o Santa, del XVII, que brilla por su florida ornamentación de pinturas al fresco. El tramo, que comunica con la antesala del coro alto, solo se usaba en Semana Santa, cuando las monjas que practicaban la penitencia subían arrodilladas.