En realidad no era ni es sólo uno. Ni en pasado ni en presente, ni siquiera en futuro cuando pudiera decir «yo tendré un Compromís», dejando así por escrito mis más malvadas intenciones que solo yo conozco, que solo yo conduzco, que solo yo las interpreto a mi manera, cual Frank Sinatra, y que me sirven para levantar de los asientos a un publico que esperaba el «Compromís» por mi parte.

Pues nada, que se rompió el «Compromís» entre venganzas, luchas por el poder, "te quito a ti y me pongo yo", viejas aspiraciones que se quedaron por el camino y que nunca fueron realidad. El Bloc, aquel colectivo nacionalista y de izquierdas que aglutinó Compromís abandona la coalición con la sensación del trabajo bien hecho pero no reconocido. Habría que remontarse a la época de Socialistes Independents, con Toni Martínez y Ximo Corts, para poder hablar de presencia nacionalista en el Ayuntamiento de Xàtiva. Despues vino Ferran Feliu y el incombustible Adolfo García. Todo se rompió, todo se renovó, todo tuvo un nuevo color y nuevas maneras de entender la política. De estar presentes en la gestión municipal día a día, y después de demasiados fracasos vino Cristina Suñer y trajo la paz, la nueva forma de hacer las cosas, de ser el azote continuado y constante de un Alfonso Rus que pese a sus mayorías absolutas tuvo que tragar y aceptar los dardos envenenados que le lanzó día sí y día también la edil nacionalista.

Tuvo sus frutos esta constante, y después de doce años Compromís alcanzó la mayoría de edad y se puso a la altura de Esquerra Unida y el PSPV-PSOE para gobernar el ayuntamiento. Suñer, Empar Penadés y Pilar Gimeno dieron nueva vida al consistorio con el tripartito y el pacto de Sant Domènec, pero como todos los pactos entre las izquierdas, ha estado lleno de fracturas que se han venido reparando poco a poco, pero han dejado huella. No es nada nuevo. Le está ocurriendo ahora a los del Botànic, que se resquebrajan a pocos meses de las elecciones. Es el vicio de la izquierda. Podemos se rompe en dos y siempre tenemos el mismo argumento y la misma desconsideración: «es que el poder tiene tanto erotismo encima suyo que no probarlo es un suicidio», dicen.

Andando, pues. Las tres concejalas del Bloc, bastión fuerte de Compromís, se marchan tras ser vapuleadas por una asamblea asamblearia de ésas de "te quito a ti y me pongo yo" sin pararse a pensar en que el descalabro puede ser monumental en las próximas elecciones. Un Compromís roto al que coser será prácticamente imposible. Y eso significa, aquí y en la China popular, una sangría de votos. Una sangría que nadie se atreve a vaticinar a donde irán a parar.

El análisis más fácil es hablar de Esquerra Unida y Miquel Lorente, pero cuidadito con las sorpresas que la derecha ya ha aprendido a pactar con la extrema derecha y estos no se andan con bromas. Son capaces de quitar hasta los carteles de «Xàtiva ciutat lliure d'agressions sexistes» creados por Cesca Chapí y colocar en su lugar «Xàtiva ciudad de sábado, sabadete...». Y se quedan más felices que unas pascuas, como se quedaba Sinatra «a su manera». Buen viaje amigas de Compromís. Que el ángel inexistente de Pilar Gimeno os acompañe en este nuevo viaje que iniciáis. Que el camino sea muy largo y volváis pronto a los orígenes de un nacionalismo necesario que se pierde con vuestra despedida.