La Conselleria de Educación ha vuelto a sacar a concurso la esperada construcción del nuevo colegio público de Educación Infantil y Primaria de Anna una vez subsanados los graves errores y omisiones del proyecto original encargado por Ciegsa en 2008 que desembocaron en la cancelación del contrato de obras, inicialmente adjudicado por 2,9 millones de euros al Grupo Bertolín en julio de 2017. Los defectos de la planificación inicial, en los que nadie reparó hasta que ya era demasiado tarde, dispararon los sobrecostes e hicieron inviable el inicio de los trabajos, que tuvieron que suspenderse para rehacer los pliegos.

Con posterioridad, la administración autonómica encomendó un «nuevo» proyecto modificado para ajustar la intervención -que incluye el derribo del antiguo edificio de 1946- a las necesidades actuales. La tarea fue asumida por Escario Arquitectos, SAP, un prestigioso estudio valenciano que ha trabajado con firmas de renombre en España y Latinoamérica. La actualizada hoja de ruta incrementa un 74% el presupuesto global de las obras: de los 5,26 millones de la primera licitación a los 9,16 millones de euros contemplados por la conselleria para el contrato que ha salido a concurso esta semana. Para la dirección de obra se reservan 317.748 euros adicionales.

La nueva planificación eleva a 20 meses el plazo de ejecución de las obras, dos meses más de lo previsto en un primer momento. El nuevo centro educativo responde a una promesa que la Generalitat tiene pendiente desde hace más de una década con la comunidad educativa de Anna. Con la adjudicación de 2017, el viejo colegio se quedó vacío después de 70 años en funcionamiento: los alumnos se trasladaron a unas aulas prefabricadas instaladas a la entrada del pueblo. Aunque inicialmente esta situación iba a prolongarse durante dos cursos, los imprevistos y la lentitud administrativa han retrasado de forma significativa las predicciones. Las empresas constructoras tienen hasta el 20 de febrero para pujar por las obras. La tramitación se ha agilziado y la apertura de ofertas se programa los días 22 y 28 de ese mismo mes.

La actuación se ha topado con no pocos contratiempos técnicos. El proyecto ha tenido que adaptarse a la complicada topografía de la parcela irregular de 7.860 m(2) del colegio, con tal de salvar las grandes diferencias de cota (de más de 5 metros) existentes entre la parte más elevada (el acceso al edificio desde la calle Ramón y Cajal) y la más baja, correspondiente a la zona del recreo. Además, el diseño de la edificación ha tenido que modificarse ligeramente.

El equipo redactor subraya que no se ha podido determinar el alcance de las cimentaciones del colegio y sus instalaciones enterradas. Solo el derribo del viejo complejo educativo costará 660.125 euros y generará un volumen de 12.679 metros cúbicos de escombros. El proyecto inicial de 2008 omitió partidas «muy relevantes» relativas a la demolición de estructuras como las pistas deportivas, el equipamiento urbano y todo el muro de cerramiento de la parcela: de ahí que el contrato inicial con Bertolín -muy rebajado respecto al precio inicial- no reflejara el coste real de los trabajos. Tampoco se contempló la retirada de parte del arbolado, que en parte se mantendrá o se trasladará a otra zona. El proyecto resalta el precario estado del viejo centro, «absolutamente inadecuado para su uso» y « alejado de una recuperación a un coste razonable».

Tres plantas y 350 alumnos

El nuevo colegio, rebautizado con el nombre de su anterior director, Jaime Aparicio, se diseña con capacidad para 350 alumnos repartidos en cinco aulas de infantil y nueve de primaria, distribuidas en tres niveles de altura. La planta por la que se accederá al centro desde la calle será la más alta y en ella estará ubicada la zona infantil, para facilitar la movilidad de los más pequeños y evitar que cojan las escaleras. Fuera de las aulas habrá espacios exteriores con toldos de protección solar, así como una sala polivalente, otra de equipos docentes y baños adaptados.

En la misma planta estará el comedor-cocina, los despachos de administración, la biblioteca, un aula de usos múltiples o la conserjería. Los alumnos de primaria entrarán al edificio por la parte este y bajarán una o dos plantas hasta llegar a sus aulas, distribuidas en los dos niveles inferiores. Los espacios de paso se iluminarán y ventilarán «lo máximo posible» con grandes lucernarios y dobles alturas para lograr una comunicación espacial y visual con la planta inferior, según detalla el proyecto.