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La estación que se quedó en anuncio

como el gobierno municipal de Ontinyent no sabe ya como quitarse de los dedos el pegote con el que se ha pringado tras la apertura de la rotonda de Torrefiel „esa demanda que estaba llamada ser la panacea resolutiva de los problemas de tráfico en el Llombo„ se ha puesto en manos de la "participación" como remedio. Pero no han faltado las voces, dígase vecinales o de partidos, que le han dicho que nones al gobierno de Jorge Rodríguez. Han entendido que hay asuntos, como el de la ordenación del tráfico, que es una cuestión de demasiada enjundia como para ser resuelta banalmente por un personal que, en este tipo de menesteres, no sabe hacer la o con un canuto. Sea dicho con todos los respetos. Por todo ello el resultado que supimos ayer no será la clave.

?¿Dónde está la nueva estación de Ontinyent? En abril de 2010, siendo alcaldesa de la ciudad la popular Lina Insa, lanzó esta noticia: «Ontinyent tendrá una nueva estación de tren en el barrio de Sant Josep». Además, se concretaba que el futuro edificio estaría cercano al casco urbano. A mayor abundancia se decía que tendría «entrada y salida tanto de trenes como de autobuses». La proclama se realizó tras la reunión que mantuvieron en la Generalitat Francisco Camps y el ministro de Fomento, José Blanco. Del asunto dio buena cuenta la mentada alcaldesa. Casi una década después, cabe preguntarse: ¿Qué fue de aquel Plan de Cercanías de la Comunitat Valenciana del que se pavoneaba el entonces presidente Camps? Implicaba hacer trece nuevas estaciones, entre las que se encontraba Ontinyent. Por todo ello, el actual gobierno debería revisar aquellas aseveraciones de Insa, cuando decía que la nueva estación estaba proyectada «desde hacía diez años, se contempla en el PGOU y hay una pastilla de terreno como equipamientos reservada a tal fin». A ver si rebuscando proyectos no ejecutados suena la flauta, para bien de ontinyentins y de dinamizar ese concepto que es fer comarca.

?Olvidos. Mientras vemos que poblaciones cercanas a la Vall, como el ayuntamiento de Potries, o que desde el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana se celebra l'Any Segrelles con la exposición Segrelles & The Illustrated London News (una colección itinerante, con obras del pintor albaidí realizadas para la mentada revista inglesa), en esta comarca ni la Mancomunitat de Municipis ni la que se dice capital de la Vall d'Albaida, han osado reivindicar, para la ocasión, a este albaidí universal. Tampoco la decena de ontinyentins deportados, y casi todos brutalmente exterminados, con la complicidad de la dictadura franquista en los campos nazis, han merecido ningún homenaje. Al contrario de lo que viene sucediendo en ciudades como Carcaixent, Xàtiva, etc., donde se hacen actos de distinción o se levantan, en sitios urbanos, monolitos o esculturas conmemorativas. Un escarnio que a estos antepasados, víctimas del horror fascista, la democracia municipal tampoco les haya devuelto la dignidad del recuerdo.

?Aielo de Malferit. A base de acumular tanto disparate, una semana sí y a la otra también el alcalde de Aielo de Malferit, José L. Juan Pinter (PP), ya no nos sorprende. Este diario daba cuenta de sus encontronazos con el Síndic de Greuges y con el Consell de Transparència. Pero él, como si llueve. Insensible con tamañas reprimendas y dispuesto a seguir en ello.

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