En la mañana del domingo 12 de febrero de 1939, una patrulla de cinco aviones Savoia S.79 de la 18ª escuadrilla de la Aviazione Legionaria Italiana (ALI), procedente de Mallorca y con formación en cuña, dejaba caer desde 4.200 metros de altura sobre la estación del ferrocarril de la ciudad de Xàtiva su carga mortífera: 20 bombas destructivas de 250 kg. cada una, un total de 5 toneladas de explosivos. Sus efectos fueron devastadores: un escenario de destrucción y cerca de 400 víctimas, 145 de ellas mortales.

Hechos similares se produjeron en otras ciudades y pueblos valencianos en el marco del conflicto que desgarró España durante casi tres años: València, Alicante, Alcoi, Castelló, Gandia, Dénia, etc. Un total de 637 bombardeos entre el 5 de noviembre de 1936 (sobre el puerto de Alicante) hasta el 28 de marzo de 1939 (sobre el puerto de Gandia), con un total estimado de más de 1.850 víctimas mortales, miles de heridos y daños imposibles de cuantificar, que fueron objetivo de las 717 toneladas de bombas de diversos calibres y peso. La ciudad de València fue bombardeada en 152 ocasiones, con un total de 515 muertos; la de Alicante, con 83 bombardeos, alcanzó los 490 fallecidos.

▶Cuándo y cómo se planificó el bombardeo. ¿Fruto de un chivatazo? Los bombardeos sufridos por poblaciones civiles a manos de la aviación fascista fueron, por tanto, una constante. El de la estación de ferrocarril de Xàtiva fue una más de las operaciones llevadas a cabo por la ALI durante los meses finales del conflicto, en un constante martilleo de bombardeos sobre puntos neurálgicos, infraestructuras, almacenes, fábricas de armamento, depósitos de combustible, residencias de autoridades republicanas y, sobre todo, puertos, aeródromos, carreteras e infraestructuras vitales para las comunicaciones en la zona republicana. En la fase en que se produjo el ataque sobre Xàtiva, las tropas republicanas se batían en retirada. Fue en ese momento de finales de 1938 cuando se ordenó bombardear todas las ciudades valencianas que tuvieran infraestructuras esenciales para transporte y movimiento de tropas o suministros de todo tipo.

Los hechos conocidos han sido enriquecidos con nuevas investigaciones que han ido publicándose en las actas del Memorial del Bombardeig de la editorial Ulleye, bajo el patrocinio del profesor Antonio López Alemany. Ahora surgen nuevos datos que documentan al origen de esa decisión. Hace casi cuatro décadas se apuntaba a la hipótesis de un "chivatazo" del espionaje franquista, de la Quinta Columna, y se acusaba de ser el autor de esa información el comandante de la 49 Brigada, Fernando Gil Ferragut, que viajaba en el tren estacionado aquella mañana en el andén. Pero ¿fue realmente él el informador?

Nacido en la Xàtiva de 1900, maestro y periodista, Gil Ferragut trabajaba como agente de seguros en Barcelona al inicio de la guerra. De allí marchó a su ciudad natal para posteriormente enrolarse en el ejército republicano, donde alcanzó las graduaciones de teniente y capitán y luego fue ascendido a comandante, al mando de la 49 Brigada. Al finalizar la guerra, fue internado en el campo de concentración de prisioneros de Porta-Coeli el 24 de mayo de 1939, procesado por un delito de «adhesión a la rebelión» y condenado a pena de prisión de veinte años, reducida luego a doce años. Los detalles de su causa permiten deducir que Fernando Gil Ferragut no estuvo implicado en el supuesto chivatazo para facilitar el bombardeo de la estación del ferrocarril de su ciudad natal. Fue una víctima más de la represión franquista, por ello es difícil imaginar esa posibilidad. Descartada esa sospecha, el foco recae sobre los servicios de espionaje creados durante la guerra civil en ambos bandos, la mayor parte de ellos dependientes del Cuartel General de Franco. El primero de los importantes fue el Servicio de Información Militar (SIM) creado en Burgos a principios de septiembre de 1936, a instancias de la Junta de Defensa Nacional. Le siguió el SIFNE (Servicio de Información de la Frontera del Nordeste de España), inspirado por el general Mola y fundado por José Bertrán y Musitu, un político de la Lliga de Francesc Cambó, el cual financió este servicio de inteligencia. Su sede estuvo primero en Biarritz (Francia) y luego pasó a Irún.

▶Totalmente informados. A estos lugares llegaba información de todo tipo desde la retaguardia republicana, que —tras ser procesada y verificada— se enviaba al gobierno de Burgos, desde donde emanaban las órdenes de operaciones militares o de bombardeo que se trasladaban de inmediato a las Baleares, donde estaba la aviación fascista italiana y parte de la franquista. La estrategia, técnicas y organización se inspiraron en los servicios secretos de la Alemania nazi, la Italia fascista, el Portugal salazarista y los franceses, con quienes Bertrán mantuvo estrechos contactos. En abril de 1938, la mayor parte de esos servicios se unificaron en uno solo bajo el mando del coronel José Ungría, dando lugar al Servicio de Información y Policía Militar (SIPM).

Por otra parte, las diversas "quintas columnas", formadas desde los inicios de la guerra en la retaguardia republicana, conformaron todo un "ejército silencioso" que aglutinó en las tres grandes capitales de la República (Madrid, Valencia, Barcelona), y en otras ciudades, a muchos miles de colaboradores en el espionaje y el derrotismo contra la causa republicana. Estas organizaciones quintacolumnistas estuvieron en su mayor parte a las órdenes de las autoridades militares, especialmente del SIPM, siendo sus ojos y sus oídos en centros oficiales, unidades del ejército republicano, instituciones del gobierno, bares, tiendas, cines, plazas y espectáculos donde sembraban informaciones del parte de guerra de las radios "nacionales" para desmoralizar a la población o se difundían bulos y noticias falsas. Para controlar a este "ejército invisible", integrado por muchas más personas de lo que hasta ahora se ha creído, se fundó en Valencia el Servicio de Información Militar (SIM), que actuó con bastante eficacia desde su creación el 9 de agosto de 1937 hasta el final de la guerra en tareas de espionaje y contraespionaje. Pero estuvo siempre superado por la acción del espionaje franquista. Fue impulsado por el entonces ministro de Defensa nacional, Indalecio Prieto, bajo la dirección del coronel Manuel Uribarri, natural de Burjassot.

Los informes del SIPM que llegaban a Burgos de todos los lugares sometidos a vigilancia servían para determinar objetivos en futuros ataques de la aviación. Un ejemplo es el que el agente E. 242, de la Sección de Información del Estado Mayor del Aire, comunicaba el 8 de noviembre de 1937: «En la vertiente N.W. del Castillo [de Xàtiva] a unos doscientos metros de sus muros, se han hecho unos subterráneos donde hay almacenadas importantes cantidades de municiones de todas clases. No tienen refuerzo alguno de construcción, sino solo el propio del terreno; se les cree fácilmente vulnerables por la aviación. Hay un cañón antiaéreo y algunas ametralladoras del mismo sistema servidos por fuerzas de Asalto». Y en otra de un agente del SIPM, de 14 de noviembre de 1938, se indicaba: «Nos comunican que en las cuevas naturales que hay en la montaña que bordea por el Sur el Valle del Cañoles entre Játiva y Mogente hay establecidos depósitos de municiones». La actividad continuada, pues, de estas organizaciones secretas determinaron, en gran parte, la marcha de la guerra sobre todo desde principios de 1938 y fueron decisivas, en el caso del bando sublevado, para organizar la ocupación de ciudades y pueblos y la represión subsiguiente.

▶La clave: salvar el patrimonio local. Vicente Castañeda Alcover, nacido en Madrid, fue un eminente historiador y archivero de ascendencia valenciana, autor de numerosos estudios de tema valenciano, hombre de ideas conservadoras que tras la guerra fue procurador en Cortes por la Real Academia de la Historia, de la cual fue secretario perpetuo hasta su fallecimiento en 1958. Enterado de la información radiada desde Radio Sevilla o Radio Nacional (en Salamanca) sobre las intenciones de bombardear ciudades y pueblos valencianos, Castañeda advertía el 7 de diciembre de 1938 al mando militar "nacional" del peligro que podían correr las obras de arte depositadas en el museo municipal, en Sant Feliu y en la Seu. El telegrama se dirigía al General Jefe del Aire, Alfredo Kindelán, sito en Zaragoza, y en él se advertía que «la Real Academia de la Historia ha tenido noticia por fuente de información que le merece entero crédito, de que los rojos de Valencia han almacenado en la Ermita de San Félix de Játiva los retablos primitivos de las Iglesias de San Pedro, San Francisco y la Colegiata dejando montados en aquella ermita un conjunto de más de doscientas tablas de pintores primitivos, sin contar el retablo de Calixto III que se instaló en el Museo de Bellas Artes. Así mismo en la Iglesia Colegiata y en el Museo de Bellas Artes se conservan y guardan importantísimos objetos arqueológicos y artísticos». El aviso se hacía «para que se tenga en cuenta dentro de las posibilidades de los servicios de nuestra aviación». Su información confidencial pretendía evitar una catástrofe en el patrimonio local y acompañaba el telegrama de un plano esquemático, pero muy bien delineado, de la ciudad de Xàtiva con un sombreado en negro de las zonas que debían evitar los bombarderos italianos a la hora de realizar su ataque a la ciudad, donde también se sombreaban otros edificios o zonas que no debían ser atacadas: la muralla de poniente o del Albacar (cerca del carrer Trinquet), la ermita de les Santes, la ermita de Sant Josep y el recinto de Montsant. Ahora sabemos que el bombardeo fue planificado a principios de diciembre, como tantos otros en la retaguardia valenciana. Lo que no estaba previsto era la llegada de un tren de la retaguardia con los efectos devastadores que produjo. Los informes secretos enviados a Burgos sobre las consecuencias de los bombardeos diarios de la ALI o de la aviación franquista con base en Mallorca, nada dicen de los efectos de aquella fatídica jornada del 12 de febrero de 1939. También lo silenció la prensa (republicana) de Valencia; y los partes oficiales de campaña o los bandos oficiales de guerra, apenas daban una referencia de pasada.

Hemos intentado esclarecer cuál era la fuente «de entero crédito» a la que se refería Castañeda en su telegrama y apuntamos dos posibilidades: Carlos Sarthou Carreres (1876-1971) y José Chocomeli Galán (1893-1945). Sarthou fue quien estuvo en primera línea en la salvación del patrimonio artístico y documental de la ciudad de Xàtiva. Manuel Salazar, encargado de la Junta Delegada de Incautación y Custodia del Tesoro Artístico por parte de las autoridades republicanas en Xàtiva, mantuvo ciertos encontronazos con él. También hubo diferencias entre Chocomeli y Sarthou al acabar la guerra por el control del museo, aunque ambos formaron parte de dicha Junta durante la guerra. Salazar y Sarthou pasaron toda la guerra en la ciudad, pero José Chocomeli se pasó al bando sublevado en marzo de 1938 y fue nombrado, tras la toma de Xàtiva por las tropas franquistas, Agente del Servicio de Recuperación Artística y gestor del museo.

Sin embargo, solo Sarthou formó parte de la Junta del Patrimonio artístico delegada de Xàtiva. Todos los miembros de dicha junta debieron tener buenas relaciones con Castañeda, especialmente Sarthou, que era académico correspondiente de la RAH desde 1913, mérito que Chocomeli alcanzó en 1941. ¿Fue uno de los dos quien pasó esa información (dónde se escondían los tesoros artísticos de la ciudad y su comarca) al secretario perpetuo del RAH? Podría ser, teniendo en cuenta que en el museo municipal llegaron a acumularse más de mil ochocientas piezas (tablas, lienzos, orfebrería y otros objetos), amontonadas y protegidas por tabiques que Carlos Sarthou ordenó levantar para ocultar las obras. No se sabe con certeza, pues hasta ahí llegan las pruebas documentales. Lo demás solo son hipótesis.

Sanidad replica que el PAC de Navarrés tiene cubiertas las salidas con taxi o vehículo propio

? El Departamento sostiene que si se usa el coche privado luego se puede cobrar el kilometraje y que hay un SPBlevante-emv xàtiva

n El Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent aseguró ayer que el PAC (Punto de Atención Continuada) de Navarrés, que también da servicio a Quesa y Bicorp, sí que puede atender las urgencias que requieran un desplazamiento: en taxi o en el coche particular del médico, según señalaron ayer. Pero es precisamente la utilización del vehículo propio o la disponibilidad del único taxi de la comarca la Canal a según qué horas lo que los facultativos cuestionan, tal como reflejó ayer Levante-EMV en una información sobre esta queja.

Desde el departamento recordaron ayer que «se adoptó la medida de dar cobertura al transporte de los profesionales en su desplazamiento a domicilios, con dos posibilidades que aseguren la asistencia a todos los ciudadanos de la zona básica: mediante la utilización del servicio de taxi, que es solicitado por el personal de guardia según su valoración clínica, y que le transporta al domicilio para prestar asistencia o en su caso, si lo decide el profesional, puede acudir con su propio vehículo y posteriormente solicitar el pago por kilometraje realizado. Cada PAC conoce y tiene instrucciones claras de cómo hacer uso de este servicio», señalaron ayer fuentes del Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent.

También señalaron que en el Centro de Salud de Navarrés está establecida una base del Soporte Vital Básico SVB, «que se utiliza a petición del personal del centro y del PAC de Navarrés en caso de ser considerado por el personal sanitario para establecer una asistencia más rápida y por la gravedad de la misma». Se trata, resumen, «de un dispositivo ajustado a las necesidades de la zona que permite dar respuesta a los requerimientos de asistencia, asegurando el transporte de los profesionales sanitarios que tengan que desplazarse a prestar atención sanitaria domiciliaria de urgencia», insistieron.

Queja de los administrativos

Por otro lado, el presidente de ACFASP, la plataforma que agrupa al personal administrativo de Sanidad, Manel Castelló, dijo el viernes pasado en el III Encuentro Nacional de Administrativos de la Salud, que tuvo lugar en el hospital de Fuenlabrada, en Madrid, que es necesario dotar de más empleados está parte de la asistencia. Castelló, del Departamento de Salud Xàtiva-Ontinyent, participó en la mesa dedicada a la profesionalización y se refirió la «necesidad de que las administraciones sanitarias empiecen a delimitar las funciones de cada categoría entre los administrativos de la salud, amplíen sus plantillas acercándose a ratios similares a otras administraciones y den una muestra de sensibilidad hacia este colectivo», subrayó. El colectivo está redactando un informe a nivel autonómico para analizar los problemas que tiene.