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La tala de cítricos tempranos se extiende en la Costera ante el hundimiento del sector

Las expectativas en la segunda campaña de variedades tardías se evaporan al hundirse aún más los precios - Los citricultores denuncian pactos del comercio

La tala de cítricos tempranos se extiende en la Costera ante el hundimiento del sector

El mensaje que este año han mandado los mercados a los citricultores es el mismo con el que se encontró Dante en su descenso a los infiernos: «Abandonad toda esperanza». En la Costera, las expectativas que tenía depositadas el sector sobre un posible repunte de la rentabilidad en el segundo tramo de la campaña -tras el desastroso arranque de las variedades tempranas- han terminado sepultadas por una realidad sobre la que no se disipan los negros nubarrones provocados por la barata competencia exterior. Las pérdidas para los agricultores se reproducen en la cosecha de las variedades tardías. «Seguimos igual que hace un mes o incluso peor. Los precios continúan bajando y la inmensa mayoría de las ventas se cierran por debajo del coste de producción». El secretario comarcal de La Unió de Llauradors, el citricultor de Montesa Ricard Fillol, denuncia una «conjura» en el mercado que se aprovecha de la mala situación. «Los comercios vienen y te ofrecen todos el mismo precio: parece que se hayan puesto de acuerdo», lamenta.

La ruinosa temporada está llevando a algunos propietarios a tomar la decisión de arrancar sus plantaciones de cítricos tempranos, principalmente mandarinas, por la sobreproducción. Aunque el fenómeno ha comenzado a hacerse especialmente visible en las última semanas en diversas explotaciones de localidades como Xàtiva o Vallada, Fillol limita su alcance y recalca que no es algo generalizado. «Aún es pronto para hablar de arrancar los árboles, pero sí es verdad que otra campaña igual no la aguantamos», advierte, desolado. «La gente está cada vez más desesperada, porque nos suben el agua, la luz y todos los gastos mientras los precios están por los suelos y aumentan las importaciones de países como Egipto o Turquía», lamenta Fillol, que aboga por «mirar a Francia», donde se ha regulado un precio justo para los agricultores por encima del coste de producción. Mientras tanto, en la comarca se registra en esta campaña un repunte de las ventas a resultas, sin un precio fijado. El dirigente agrario subraya que casi toda la naranja recoge «aunque sea para la industria». «Los agricultores no dejan perder la cosecha. Estamos aguantando, pero lo que pasa es preocupante», sentencia.

Igual de atribulado se muestra el delegado de la organización agraria AVA en la Costera, Francisco Pallás. «Nunca había visto una situación tan crítica. Nos están apretando por todos los medios y así no se puede». Pallás, con una larga trayectoria en el sector, todavía alberga cierto optimismo respecto a que el mercado se «normalice» en la segunda campaña, si bien advierte de que existe «mucho desánimo entre los agricultores»». El empresario de Xàtiva apunta a casos desesperados en los que los citricultores optan por «tirar la cosecha sin recogerla», por regalarla o por llevarla «a una fábrica muy por debajo del precio de coste» porque «pierden dinero».

La Okitsu no es rentable

Pallás atribuye la crisis y las pérdidas millonarias del sector a la mayor entrada de mercancía de países del sur de África y de Sudamérica con los que «no se puede competir en igualdad de condiciones». «Solo en costes de producción hay una diferencia de 80 euros», resalta. El delegado de AVA hace hincapié en el papel del naranjo contra el cambio climático, debido a la cantidad de C02 que absorbe, a tiempo que advierte de una progresiva desertización del paisaje tradicional si continúa el abandono de cultivos.«No dejan vivir a la gente de la tierra. Es un desastre que se estén cortando árboles», censura Pallás, que señala plantaciones de la mandarina Okitsu o de clementinas que no dan rendimiento como ejemplos. «Al final desaparecerán las variedades tempranas», alerta el productor, que echa en falta una mayor atención de los políticos a la problemática y lamenta que la nueva ley de estructuras agrarias no vaya ligada «a unos recursos adecuados» para el agricutor. En Llutxent se ha convocado otra manifestación frente a la crisis cítricola el 25 de febrero.

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