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Rehabilitar la Vila ¿con o sin esponjamientos?

el término esponjar, aplicado al urbanismo, empezó a desarrollarse en los años 90; incluso en Ontinyent o Bocairent comenzaron a plantearse planes especiales de corto recorrido; al menos en Ontinyent. Al parecer, siguen por los cajones y en el olvido. En las últimas décadas hemos asistido a una aplicación creciente de la esponjarización en barrios antiguos de muchos municipios, muy en espacial de Cataluña, en Palma de Mallorca, etc.

Por eso cabe celebrar que Ontinyent insista, pues ya ha aplicado dicho método en la Vila en los pasados años. Acuciados ante el galopante deterioro que está experimentando el barrio medieval debido al abandono que sufrieron sus viviendas por parte de la inmigración, que las ocupó, en décadas pasadas, hasta la llegada de la crisis de 2008. Al igual que sucedió en muchas calles del denominado Poble Nou. Por tanto, anuncios como los que hacía esta semana el gobierno de J orge Rodríguez recordando que ha entregado 1'4 millones de euros en ayudas municipales a la rehabilitación desde 2015, a los que se han sumado los tres millones que invertirá la Conselleria en la Vila (consecuencia del convenio que firmó el lunes, el batle con la consellera Mª José Salvador) son actuaciones que pueden servir para frenar la emigración, aunque sean de corto recorrido, y que se redirija a habitar otras viviendas más dignas y cercanas.

Que la aplicación del programa Ontinyent Rehabilita está dando buenos frutos es incuestionable. Sin embargo se echa de menos un plan redactado por grandes especialistas en esponjar los mentados barrios degradados, que no es otra cosa que derribar si es peciso y redefinir la trama histórica: una medida que los revitalice y los haga atractivos para residir en ellos a las nuevas generaciones de pobladores de Ontinyent. O de otras urbes que queden seducidos por los nuevos espacios rehabilitados.

Ya se aprecia que se están dando pasos en dicho sentido. Como se desprende de las palabras de Rodríguez ante Salvador, por que la inversión iba a recaer sobre un barrio declarado BIC, como acontece con la Vila. A lo que cabe sumar la probable aplicación, iniciada en el período de Rebeca Torró como directora general de Vivienda, de un estudio real que servirá «para satisfacer las reivindicaciones de los vecinos y esponjar el casco histórico», según indicó el alcalde.

De los pormenores de la intervención inicial daba cuenta este diario. Destacando el descubrimiento parcial de la muralla. Precisamente, abundando en esa línea, el jueves se publicaba la noticia, en Levante-EMV, según la cual los ministerios de Fomento y de Cultura, a través del 1,5% Cultural del Gobierno central, destinan a la restauración de la Muralla Norte y la mejora de accesibilidad del barrio de la Vila un 70% del presupuesto total, que asciende a 1.403.171 euros. O sea, que a la obra llegarán 989.000 euros. Una revelación de primer orden.

Consuelo doméstico. El anuncio que realizaba Innovall en los pasados días al adherirse al manifiesto ¿Por qué Sube la Luz?, promovido por la fundación Fenie Energía, que preside el ontinyentí Sergio Pomar, es alentador, toda vez que hace vislumbrar actuaciones que reviertan en los necesarios cambios en el sector, en lo que atañe a la mayoría de consumidores. En el punto de mira de Fernie está «contar con unos precios más acordes con los costes reales de producción y de mayor competencia en el sector». En aras de una mayor eficiencia general. Pues adelante.

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