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SOS por el patrimonio industrial en peligro en Canals

Una especialista reivindica las opciones de reconversión y uso de bienes como el Molí Vell del s. XVIII y pide más implicación

La arquitecta Diana Sánchez lleva ocho años batallando desde su blog por visibilizar la necesaria recuperación y revalorización del patrimonio industrial abandonado y relegado por las administraciones. La profesional ofreció ayer una charla en Canals organizada por la asociación La Pebrella y dominada por el fantasma de la desaparición que amenaza a diferentes edificios históricos identificados con el pasado fabril de la localidad, como el Molí Vell, el inmueble del siglo XVIII que una promotora sevillana adquirió en una subasta. Un año después, sigue a la venta en portales inmobiliarios por 99.000 euros.

Sánchez arrojó luz sobre las múltiples posibilidades de reconversión y puesta en valor del patrimonio industrial con una batería de ejemplos a lo largo y ancho del territorio español, centrando especialmente el foco en los antiguos molinos y harineras sin uso.

«Muchas veces se abandonan estos elementos porque no están protegidos. Para empezar, es importante plantear que se declaren bienes de relevancia local», apunta la arquitecta a Levante-EMV. El proceso se ha activado en Canals en esta legislatura, pero se ha dilatado en el tiempo. Sánchez lamenta que la administración no termina de valorar la arquitectura industrial «porque es un patrimonio relativamente nuevo y no entiende su relevancia: se suele valorar más el suelo y su posterior licitación y se opta por el derribo». La «suerte» es que la crisis del ladrillo «ha ayudado a que muchos edificios se puedan mantener». A su juicio, «la administración se implica en la protección del patrimonio industrial cuando asociaciones como la Pebrella ponen el punto de mira en la posible desaparición». La especialista sostiene que este tipo de patrimonio «es muy diferente al histórico-artístico y al religioso» pero cuenta con «un valor social muy importante» por la cercanía y el cariño que le tienen los vecinos y antiguos trabajadores de las fábricas. «La nostalgia es en el fondo un valor muy importante porque al final el patrimonio lo creamos las personas y somos quienes le damos valor». Sánchez considera que la «mentalidad está cambiando poco a poco» y nota cada vez una mayor sensibilidad hacia la arquitectura industrial, pero «todavía queda mucho por hacer», zanja.

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