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Asignaturas pendientes

Las Fallas, el fuego purificador, también como en la eterna película de Fellini, Amarcord, ha llegado. Las brasas caídas nos anuncian la llegada de un tiempo nuevo, la primavera. Eso sí, con la venia del cambio climático, que amenaza con no dejar títere con cabeza, entre mares de plásticos y polos derretidos. En este tiempo de recoger pertenencias personales de los despachos para empaquetarlas, ante el más que inminente traslado a no se sabe dónde, nos encontramos sorpresas de todo. Caso de una de esas asignaturas que volverán a repetir curso, y eso que ya lleva 20 años erre que erre. Es una asignatura problemática como acontece con el Pla de Minimització de la Vall d'Albaida, un proyecto que parecía iba a cobrar alas tras ser catapultado al staff de la Conselleria de Medi Ambient, hace de ello un año, el ontinyentí Fran Quesada. Entonces se abrieron grandes esperanzas respecto a que dicho Pla, por fin, iba a llegar a buen puerto. Pero querer no siempre es poder. Y Quesada, al parecer, se adentró en esa espesa maleza que es la administración autonómica, donde se vislumbra que quedó maniatado, con su hatillo de querencias y buen hacer con el que llegó al cargo, evidenciándose que un año en la conselleria da para poco. Cuatro fotos y redactar, seguramente sin acabar, cuatro proyectos y poco más. Pese a que su gran cometido, el Pla de Minimització, que ya hace más de dos décadas que parcialmente entró en vigor, está es la hora, a las puertas del final de otra legislatura, en que desde la impotencia no se vislumbra que Quesada sea capaz de aportar algún atisbo desatascador.

Pese a que los recientes movimientos del COR, haciendo como si escucharan a los 34 alcaldes de la Vall con el fin de abordar por enésima vez en cuatro años el «plan de residuos», cuando parecen olvidar que ya llevamos veinte años con la misma cantinela. Llegada esta hora, aún no se conoce ninguna varita mágica que dé a luz una solución eficiente. Hasta ahora lo único que han sobrado son doctores en ponerle palos a las ruedas del proyecto o sabios de barra de bar. Sin embargo, los eruditos y pragmáticos en ponerle ruedas al sencillo y modélico Pla de Minimització de la Vall d'Albaida, no aparecen. Un plan de residuos que, desde que nació, parece condenado a podrirse y ser recogidos sus restos como un «residuo» más, yendo a parar les deixalles a algún lucrativo macro-vertedero,

Pero como en la Mancomunitat valldalbaidina, sus gobernantes deben tener más paciencia que el Job bíblico, convocaron «una jornada de reflexión sobre la adaptación a los objetivos de 2020 de reciclaje». Y claro, desde el COR que tutela el Pla de Minimització de la Vall, gracias sean dadas al PP de los chanchullos y la corrupción, se enternecen ante tan desvalido Pla y lo magnifican así de grandilocuente: «apostamos por el Pla como fuente de inspiración para la adaptación del proyecto de gestión y adaptación a los objetivos que marca la Unión Europea en cuanto al reciclaje del 50% de los residuos antes de 2020». Un órdago que, ojala se cumpla, y que no se sabe si se lo ha meditado mucho, porque tendrá que pechar con él a la vuelta de la esquina el presidente de ese organismo supracomarcal, Roger Cerdà. (Que se suspendiera o aplazara dicha jornada, a efectos resolutivos es lo mismo).

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