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El ingeniero Francisco Juan García traza las claves geométricas de la Saetabis romana

Su trabajo sobre el trazado de la ciudad aporta datos que aclaran el papel que tuvo y brinda posibles líneas a seguir

El autor del volumen, firmando ejemplares el viernes en l'Almodí.

El pasado viernes tuvo lugar en el patio del museo de L'Almodí de Xàtiva la presentación del libro Las claves del trazado de las vías romanas. La Saetabis centuriada, publicado por la editorial Ulleye en colaboración del Ayuntamiento de Xàtiva. Se trata de un estudio del ingeniero de caminos, canales y puertos Francisco Juan García, en el que intenta demostrar geométricamente que la capital de la Costera, como otras urbes principales del Imperio Romano, sufrió procesos de centuriación para repartir su espacio urbano y agrícola entre los nuevos colonos latinos. La centuriación consistía en la parcelación del territorio mediante la creación de una red de malla cuadrada a partir de dos ejes ortogonales llamados kardo y decumano, que servían para fundar ciudades o repartir tierras entre legionarios veteranos retirados, como recompensa a los servicios prestados. Cada división se denominaba centuria, y según los cálculos del autor equivalía a una superficie de unos 710 metros cuadrados.

Cada largo proceso de geometrización del territorio se iniciaba con una ceremonia en la que se sacrificaba un animal como tributo a los dioses. Tras ello, los agrimensores romanos trazaban los ejes principales que marcarían los límites de la centuriación. El decumano, con orientación este/oeste, y el kardo, con norte/sur, que llevarían a distribuir el territorio agrícola y urbano entre los nuevos colonizadores, que aprovecharían su asentamiento para ayudar a romanizar a los íberos de Saiti. Acabado el catastro, éste se enviaba a Roma para que fuese archivado en el registro de las centuriaciones.

Francisco Juan apunta que del tema objeto de estudio «ya se habían preocupado otros autores, como Agustí Ventura, que ya establecía sin medios técnicos ni estudios matemáticos que la Xàtiva romana hubiese sufrido procesos de centuriación, tras analizar la infraestructura hidráulica del regadío local, que le llevaba a afirmar que la red de acequias setabenses no es de origen musulmán sino romano». El autor verifica geométricamente las hipótesis de Ventura, del que considera realiza «importantes observaciones de calado», aunque tacha sus aportaciones de «localistas y poco precisas».

Más que fuentes históricas, el estudio se basa en el exhaustivo análisis de documentación gráfica como parcelaciones del catastro, planos topográficos, históricos, o del visor cartográfico de la Generalitat o del Google Earth, reproducidas a todo color en el libro, y por dónde el ingeniero traza las líneas matemáticas para postular que la Xàtiva de hoy lleva en sus entrañas la estructura viaria y pecuaria que los romanos diseñaron para ella.

Por otro lado, señaliza planimétricamente la ruta de la Vía Augusta, la gran calzada que conducía a Roma, y que convertía a Saetabis, en un centro importante del mundo romano, muy citado por los autores clásicos por la calidad de su lino o la riqueza de sus canteras de Buixcarró, y cuyo trazado continúa siendo aún hoy muy difícil de delinear, a pesar de los esfuerzos de la Generalitat por reconstruir una estructura viaria tan importante.

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