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Análisis

Objetivo: doblar en concejales al segundo

El PSPV-PSOE de Roger Cerdà cree que "además de ganar" las elecciones de Xàtiva pueden distanciarse del resto de partidos

En las elecciones de 2015 el triunfo del PSPV-PSOE en Xàtiva tenía matices. El partido no ganaba unos comicios como fuerza más votada de todas desde 1991. Y el éxito global de la izquierda daba una suma de ediles tan alta que nadie dudó ni un segundo del pacto, que incluso podía haber sido entre dos ya que socialistas y Esquerra Unida sin Compromís sumaban doce ediles: uno más que la mayoría absoluta. Por eso pasó desapercibido que en realidad, el PSPV tenía igual número de concejales (siete) que en otras épocas de dominio absoluto del PP, que ese año se hundió.

Es más, la proximidad en número de votos obtenidos por Esquerra Unida y los socialistas (sólo les separaron 673 papeletas: 4.426 votos tuvo el PSPV-PSOE, mientras que EU contó 3.753) ponía sobre la mesa que el resultado se acercó más a que cada partido tuviera seis concejales, un empate, que a aquel siete a cinco final.

Pero mucho han cambiado las cosas cuatro años después. De momento, y como única herramienta concreta y al alcance de todos, la encuesta del Observatori d'Opinió del IES Ribera señala un crecimiento de los socialistas, a los que se llega a atribuir no ya un edil más sino quizá nueve. Por contra, Xàtiva Unida podría consolidar los cinco pero también quedarse con cuatro, uno menos que en esas elecciones. Y como Compromís y Plataforma per Xàtiva dividen sus apoyos y es fácil que salgan perjudicados ambos, los socialistas manejan un vaticinio interno: que la victoria global del bloque de izquierdas (que casi nadie discute) se parezca poco a la de 2015 y el PSPV-PSOE sea una fuerza «claramente hegemónica», dicen.

El propio Roger Cerdà, alcalde y candidato a la reelección, lo admitía días atrás en un encuentro con la prensa. Sólo con subir un concejal y que Xàtiva Unida baje uno, «estaríamos en un escenario muy claro: los socialistas doblaríamos en número de concejales a la segunda fuerza», señalaba. ¿Y para qué remarcar esa diferencia con los que, en definitiva, son aún sus socios de gobierno? Cerdà ya no lo dice, al menos delante de los medios. Pero el objetivo es claro: un partido socialista triunfador (ocho a cuatro sobre el segundo, pero tal vez incluso nueve a cuatro...) sería una formación con las manos mucho más libres que en 2015. Y hasta se plantearía no ya el temido pacto con Ciudadanos, tal vez innecesario, sino gobernar en solitario, con mayoría simple. Esa posibilidad se maneja abiertamente en Caldereria. Y se habla incluso de ofrecer al resto de fuerzas alguna delegación, pero en ningún caso ni tenencias de alcaldía ni áreas de gobierno muy relevantes.

Esta posibilidad no gusta nada en Xàtiva Unida, formación cuyo líder, Miquel Lorente, tenía la percepción hace unos meses de que estas elecciones eran un mano a mano entre él y Cerdà con el resto como comparsas. En todo caso, el partido no es Esquerra Unida (ni en el nombre ni en el estado comatoso de la formación en el resto del territorio) y su potente gestión al frente de varios negociados municipales, más su declarada ambición de transformar Xàtiva, son un bagaje difícil de batir. Dicho de otro modo: pocos apuestan por una gran pérdida de apoyos.

Donde el desánimo cunde es la derecha. Las posibilidades de remontar el calamitoso resultado de 2015 por parte de PP de Mª José Pla se ven amenazadas por Vox y por el previsible crecimiento de Ciudadanos, con lo que un bloque conservador con mayoría es una quimera en la que pocos creen.

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