Hace poco más de un mes Jorge Rodríguez y Rebeca Torró eran un feliz matrimonio político con un horizonte idílico: él iba a arrasar en las municipales ontinyentinas bajo las siglas del PSPV-PSOE y, quién sabe, tal vez en un futuro a medio plazo y con la alcaldía reconquistada iba a ser readmitido en el núcleo duro socialista. Si el caso Alquería quedaba en nada, hasta podría replantearse el viejo sueño de disputar a Ximo Puig el liderazgo socialista y pensar en la presidencia de la Generalitat. Y ella, tras hitos personales como ser directora general de Vivienda, vicepresidenta de la Diputación de Valencia o diputada autonómica, encaminaba sus pasos hacia un escaño seguro en el Congreso de los Diputados de Madrid. Sin dejar de revalidar su puesto de edil ontinyentina.

Lo ocurrido tras el levantamiento del secreto de sumario es de sobra conocido: la expulsión de Rodríguez, la puesta en marcha de La Vall ens Uneix, la lista de circunstancias del PSPV-PSOE... Pero lo que nadie esperaba (ha tardado hasta la recta final de la campaña) es que estallara la guerra entre Rebeca Torró y Jorge Rodríguez; pese a que ella ocupa en la lista un simbólico puesto 21. «La traidora», según definición que manejan con soltura en el seno del partido de Rodríguez para referirse a ella en privado, había mantenido un perfil bajo hasta ahora. Pero ayer estalló. Las acusaciones tan directas de la número dos de Rodríguez, Natalia Enguix, que señala al área de Hacienda de la Diputación de Valencia (la que Torró dirige) de tener bloqueada la oficina comarcal de Ontinyent que Rodríguez habría dejado lista hace un año no tardaron en recibir respuesta. La socialista desnudó la acusación de la Vall: «es rotundamente falso que los trámites de la nueva oficina de Gestión Tributaria estuvieran tan avanzados hace un año. De hecho, cuando asumí el área de Hacienda no había ninguna intención formal ni propuesta por escrito», aseguraba ayer la secretaria general del PSPV-PSOE de Ontinyent. La Vall ens Uneix criticaba ese retraso al tiempo que señalaba que, como partido que aspira «a ser decisivo en la Diputación de València» si accede a esta institución «exigirá que se desbloquee la apertura de la oficina prevista en un bajo comercial del Carrer Major».

Torró también tuvo para Natalia Enguix, a quien aconsejó que «debería contrastar mejor la información y no fiarse de quien le escribe las notas de prensa y pone en boca suya acusaciones que no son ciertas», dijo. Para Torró, a alguien le traiciona el subconsciente cuando Enguix afirma en la nota, textualmente, «cuando nos fuimos de la Diputación...» ya que «es muy difícil que Enguix estuviera al corriente de estos temas cuando sólo era la que llevaba la agenda al presidente». Finalmente, se preguntó si «será necesario recordar los motivos por los que se fueron de la Diputación...», deslizó.

La guerra, pues, estallaba ayer. Pero hubo escaramuzas previas. Joan Sanchis, que antes de la expulsión de Rodríguez anunció que dejaba la política pero que se reenganchó al crearse la Vall ens Uneix, hacía el lunes una advertencia. Señalaba que tal vez Compromís y el PSPV persigan frenar las inversiones del Botànic en Ontinyent y así asfixiar al futuro ejecutivo de Rodríguez si gana. «Ni se les ocurra pedir que el Botànic castigue a Ontinyent», dijo. Parecen «empeñados en que el Consell castigue a Ontinyent si no gobiernan ellos».

Cruce de declaraciones

La advertencia de Sanchis causaba «asco» entre los aludidos ya que «no consta», aseguraban ayer, ninguna declaración en ese sentido. «El futuro de Ontinyent será mejor si elegimos la opción que gobierna en la Diputación, la Generalitat y España», dijo Torró. Pero la frase es calcada de Rodríguez en sus días de vino y rosas en el partido socialista. Y enviaba un recado que ha dolido mucho en las filas de la Vall al pedir que las elecciones no sean «un referéndum sobre una persona». Joan Sanchis ya había recriminado a Ximo Puig «que aún no se haya dignado a visitar Ontinyent en campaña». Que ambos partidos se apropien del hospital o que Rodríguez quiera arrebatar al PSPV el diputado local han sido otros de los desencuentros.