Margarita Llaudes (PSPV): El reto de la prima de Karina

Mujer de amplia y contagiosa sonrisa. Con 59 años bien llevados. Médico del SAMU de profesión. Ha trabajado casi dos décadas en el Hospital de Ontinyent, que dirigió hasta tomar la batuta del hospital de referencia, el Lluís Alcanyís de Xàtiva. Casada y con una hija médico y un hijo que falleció, encara la vida con optimismo arropada con una icónica cabellera blanca. Transmite afabilidad, accesibilidad y diálogo. Aunque es de las que hablan tanto con las manos como con la boca. Hija de un andaluz de Jaén, fabricante de pieles, quien debió transmitirle su carácter agradable, y de una valenciana de Canals. En esta población de la Costera ha venido residiendo, desde que se vino a vivir, con 4 años, de Jaén. Es una especie de correcaminos, ya que se siente muy a gusto viajando y conduciendo.

Llaudes está ligada al PSOE desde hace más de 20 años. Aunque sus antepasados estaban más escorados a la izquierda. Su talante ante el reto la lleva a evocar en broma que, dada la profesión de su padre, ella debía haberse especializado en dermatología.

Sus aficiones musicales tienen predilección por los cantautores, como Aute, Serrat, Sabina, Labordeta, Llach incluso Adolfo Celdrán o Quilapayún. La música indie también figura entre sus preferencias, especialmente el grupo Vetusta Morla, que descubrió en Radio 3. Aunque el gran impacto musical a Margarita no le sale de su guitarra, que toca en fiestas familiares, ni del piano de su madre, sino de su parentesco con una prima hermana, Maribel Llaudes, conocida popularmente como Karina. Fue la cantante de moda de España en los años 60 y 70. De ahí que recuerde como el evento musical de su vida la primera boda de su prima Karina con el ex Pekenique Tony Luz, a primeros de los setenta. Los fines de semana se relaja atendiendo y cuidando las plantas del patio de su casa. Tras la muerte de su hijo tomó como costumbre el desplazarse los domingos a València para ver museos, etc. Le gusta la lectura y las novelas de Lorenzo Silva.

Jorge Rodríguez (La Vall Ens Uneix): Alguien al que le ha cambiado la vida

Es una persona amable y experimentado en política, como nadie por estos lares. Iba para médico, pero contraviniendo deseos familiares decidió que en su título universitario rezara lo de licenciado en Ciencias políticas y Administración, y lo logró por la Universidad Miguel Hernández de Elx. Es único en muchos aspectos, y no solo en tener su biografía retratada en la Wikipedia.

Su talante y su gesto risueño lo han convertido, además de su aspecto y maneras, en el yerno ideal —como se decía antes— que la mayoría de madres ontinyentinas querrían como marido de sus hijas. Conversador y dialogante. Sin embargo, los hechos judiciales de hace casi un año han desestabilizado su vida, y ha cambiado su ademán, transformándolo en más serio. Su vestimenta es tradicional y comedida. Nada de moderneces estilísticas o colores raros. Aunque no usa corbata, la americana no suele faltar en su vestuario. Siempre anda peinado y con un corte cuidado.

A un mes de cumplir los 40, se juega más que ningún otro candidato local su futuro en estos comicios del domingo. Es el favorito de la contienda. Aunque sabe que no le basta con ganar; necesita golear. Máxime tras sentirse agraviado por su anterior partido, del que dice no haber usado la misma vara de medir respecto a otros candidatos socialistas, imputados en su mismo caso, como son los munícipes de Rocafort y de l'Alqueria de la Comtessa.

Sus preferencias musicales se dirigen a grandes autores como Serrat, Lluís Llach o Ismael Serrano. Se considera un buen lector, con preferencia por los libros de historia y ensayos. Viaja cuando puede, que suele ser muy poco y menos ahora. Pero precisamente en una de sus pocas escpadas, la que realizó a la capital sueca, Estocolmo, tomó la idea del uso de las bicicletas para Ontinyent. No es consumidor televisivo, ya que su apuesta se dirige en exclusiva a las series. Una película que recuerda especialmente es La Lista de Schlinder, de 1993, el ya clásico de Steven Spielberg.Juan Revert (Ciudadanos): La reválida del líder del partido naranja

Con su pelo y su barba de semanas canosa y lisa, se muestra una persona abierta a quien enseguida se le nota que lleva por dentro el diálogo afable. A sus 44 años se le ve encantado de la vida. Motivos de estabilidad emocional le sobran. Está casado hace 16 años y es padre de una parejita: 13 y 7 años tienen. Con ello cree haber cumplido ya con el mantenimiento demográfico de la sociedad. Contribuye con su pareja a las tareas de la casa, toda vez que esta también trabaja fuera del hogar. Vive en el diseminado ontinyentí. De ahí que llevado por su experiencia personal, haya lanzado en la campaña electoral la propuesta de crear una concejalía específica para esta parte del término municipal. Lamenta que, debido a la campaña electoral, está sobrecargando a su mujer de trabajo doméstico. Hasta el punto que tiene desasistidas sus relajantes tareas de jardinería.

Cursó BUP en el instituto de l'Estació. Pero debido a las estrecheces económicas familiares, tuvo que incorporarse al mundo del trabajo bien pronto. En sus primeros años llegó a participar en los trabajos de construcción del puente del Salt del Bou, cuenta. A raíz de esa experiencia le salieron ofertas para trabajar en varios países del norte de África. Pero Juan no se sentía con fuerzas para acometer esa aventura, y optó por incorporarse al mundillo laboral local a través de la empresa Textil Mora, firma en la que iría ascendiendo poco a poco.

Curiosamente, la inscripción a la política y en concreto al partido a Ciudadanos Revert la liga directamente al 15M. llega a estos comicios con la experiencia municipal de estos cuatro años en el consistorio, incluso con algunas responsabilidades de gestión.

Como buen ontinyentí que se precie está ligado a las fiestas mayores de la ciudad, sustanciada con su pertenencia a la comparsa de los Moros Marinos. De la televisión se decanta, en sus pocos ratos libres, por las series. Para el día de reflexión tiene entradas para acudir al concierto de Pablo Alborán en València.

Nico Calabuig (Compromís): El músico que aspira a dirigir la orquesta

Representa, sobre todo, a la juventud ilustrada local, que le arropa. Espoleado por ser su partido, el más votado en Ontinyent en las pasadas elecciones autonómicas, y motivado ante el presumible desinfle de la fuerza más votada hace cuatro años, cuando arrasó el PSOE-PSPV entonces liderado por Rodríguez, afronta a sus 23 años la cita del 26M con la ilusión juvenil del que empieza una carrera. A este galgo dispuesto a ser una sorpresa en la carrera electoral, la cosa le viene de familia ya que su tío, Manuel Reguart, fue alcalde socialista entre 2003 y 2007. Nicolau viste con corrección. Su mata de pelo es fuerte y pulcra. Sus gafas negras le dan un aire de alto ejecutivo. Desde pequeño ha participado en las fiestas de agosto en la comparsa Labradores.

Su carácter reivindicativo le viene de movimientos como el 15M o la Primavera Valenciana. Actualmente realiza un master del profesorado, tras licenciarse en Ciencias Políticas y de la Administración en la Universitat de València. Las prácticas de fin de carrera las realizó en la Conselleria d'Economia Sostenible, en concreto en la Secretaria Autonòmica d'Ocupació, las cuales representaron para Calabuig una gran experiencia, resalta. Pese a su radiante juventud ya ha optado por la seriedad y el rigor, como evidenció al asumir la portavocía comarcal de Compromís. Además se muestra como un buen controlador de sus emociones. Incluso su facilidad para la sonrisa la exterioriza de forma comedida. Su voz clara y potente infunde confianza en el oyente.

Ya desde una tierna edad mostró inclinación musical, como saxofonista, instrumento con el que toca en la Societat Unió Artística Musical de Ontinyent. Escucha jazz pero igualmente todos los estilos musicales. Sin embargo sus intensas ocupaciones repercuten en que apenas disponga de tiempo libre para el cine, su asignatura pendiente. Un libro que ha leído y relee a menudo, como una suerte de libro de cabecera es el de nuestro pensador Joan Fuster, Nosaltres els valencians.

Mercedes Pastor (PP): La cara más amable de la derecha local

Con su mirada dulce y voz persuasiva representa a una persona llena de templanza, cordialidad, seguridad y diálogo. Es una candidata antítesis de los nombres que la precedieron. La crispación no va con ella. Su experiencia municipal, de cuatro años; su talante distanciado del de su líder nacional, Pablo Casado, más calmado y centrado, la convierten, con su equipo cremallera, en la candidata ideal para iniciar una remontada de los populares.

Su look representa muchos menos años que los que cantaba Sabina «a mis cuarenta y diez». Y aunque solo lleva cuatro años como parte activa del PP, desde los 18, cuando ingresó en Nuevas Generaciones, que milita en el partido conservador.

Tiene raíces de l'Alfori, ya que sus padres son de Fontanars. Está casada y es madre de dos hijos. Ejerce de abogada en un bufete local que comparte con otros dos letrados. Viste de manera informal, pero con prendas de moda y siempre marcadas por un tono de elegancia. La cual acentúa con el uso de collares varios. La excepción la marcan las obligaciones profesionales, por lo que en esas ocasiones recurre a indumentaria de porte más clásico.

Es la deportista más activa de todas las candidaturas municipales: aficionada al rugby y especialmente al tenis, deporte que practica toda su familia. Es una gran corredora, de práctica diaria, en un club de atletismo local. Desde hace 21 años participa en las fiestas ontinyentinas a través de la comparsa Contrabandistas.

Aficionada al cine desde siempre, hace tiempo que lo ha relegado. Y como no posee canales de pago y la programación generalista no le resulta atractiva, prefiere ocupar su poco tiempo libre en lecturas como La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, o las de María Dueñas, así como libros de su profesión. En música se declara seguidora de la Orquesta Valparaíso, mientras que como una fan más fue, el año pasado, a escuchar en directo a Madrid a U2. En el cómputo nacional se decanta por La Oreja de Van Gogh.

Silvia Arques (Unides Podem): La aspirante a la que no obsesiona el sillón

Silvia Arques es un nuevo valor en la política local. Aunque insiste en no considerarse una política al uso. Sus ojos vivos y de color de miel transmiten ilusión, confianza y simpatía. Su pelo largo y en moño está marcado por las erres de rizado. Vive en pareja desde hace 20 años y es madre de dos niñas. Trabaja en el servicio de limpieza de la Universidad, ocupación que dice frontar con sumo agrado. Independientemente del resultado electoral, los sillones del poder municipal no figuran entre sus prioridades. En su árbol genealógico encontramos a su abuelo Luis Arques, que fue entrenador del Ontinyent CF.

Su aspecto indumentario la delata: es una enamorada de la moda, más o menos juvenil, pese a sus bien llevados 44 años. Para Silvia, lo dice con nitidez verbal, la moda es un arte, y como tal la valora y la cultiva. Especialmente si se trata de Jean Paul Gautier, aunque paradójicamente confiesa que nunca se pondría un modelo del modisto francés.

Se confiesa seguidora del cine de terror. De Woody Allen dice que no entiende su cine, lo que no quita para que destaque alguna de sus películas, como Hanna y sus hermanas. Sin embargo y sin ser una chica Almodóvar, afirma que le encantan las películas del cineasta manchego.

Como buena oyente musical selecciona grandes nombre del pop o el blues como Elton John, Phil Collins o Ray Charles. Pero su gusto musical raya lo ecléctico, y contiene casi de todo. A la hora de sintonizar emisoras, actualmente prefiere Europa FM.

Echa de menos en su ciudad una mayor oferta de teatro de calle y actividades participativas, según deja caer si se pone en modo programa. Silvia es de las que valora más en un viaje el camino que no el punto final. Se considera, en general, una persona muy curiosa, ansiosa de saber. A nivel personal, solo aspira a seguir siendo Silvia, resume la candidata de una formación en proceso de cambio y que quiere seguir diciendo la suya en el salón de plenos del Palau de la Vila.