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ORGULLO Y ALGO MÁS

el día 28, en casi todos los pueblos y ciudades de España se celebra de un modo u otro, el Día del Orgullo LGTBI. Esa sopa de letras que todavía genera, en mucha gente, una cierta confusión que hay que digerir a base de información y pedagogía. Las personas LGTB son personas cuya orientación o identidad sexual es diferente a la que durante mucho tiempo nos han enseñado a creer que era la única, la conveniente, la tolerable. Las personas LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales y algunas otras categorías) son aquellas que siempre han existido y siempre han sido invisibilizadas y cruelmente tratadas por una ideología hipócrita y podrida que se adjudicaba el derecho a imponer patrones de conducta en algo tan íntimo y privado como es el sexo. Las personas LGTB no son en absoluto débiles, ni frágiles, sino que son luchadoras curtidas que no se han rendido nunca a pesar de insultos, golpes y exclusión social. Que han sufrido muchas bajas siendo atacadas desde muchos flancos. Que hoy más que nunca, están en el ojo del huracán fascista de algunas formaciones políticas

La celebración del Día del Orgullo LGTBI es mucho más que una parafernalia vistosa y colorista, que también. Es ciertamente una jornada festiva; para conmemorar con banderas y luces la victoria de la libertad, del respeto a la diversidad frente a la mojigatería, la pudibundez y la visión atascada y aburrida que algunos tienen del sexo. No es casual. Una extensa generación de españolitos/as han sido educados en el desprecio, casi el miedo, a una de las expresiones vitales más humanas que hay: el sexo. Sobre todo si era diferente al único modelo tolerado.

Pero es también una cita reivindicativa, orgullosa de los logros de esas personas que se atrevieron a salir del armario lúgubre y solitario en el que las habían encerrado. Que dejaron de mentirse a sí mismas sobre sus preferencias sexuales por miedo a perder el respeto ajeno. Que ya no ocultaron sus sentimientos, afrontando el riesgo de la expulsión casi automática del mundo laboral sin resignarse a vivir en una soledad impuesta bajo una mirada ajena extremadamente cruel.

Es de agradecer que en Xàtiva no haya un total desgobierno y, desde este ayuntamiento que ha estado demasiado días en stand-by, en parálisis parcial al no tener las concejalías adjudicadas hasta ayer, se mantengan celebraciones que no pueden ser olvidadas. En el Orgullo 2019 existe una programación que continua la iniciada hace algunos pocos años desde el Consell de la Joventut, la concejalía de Igualdad y una asociación joven pero empeñada, llamada Arc de Sant Martí.

Orgullo... y pedagogía. Es una programación apreciable que, ayer consistió fundamentalmente en la lectura de un manifiesto, la exhibición de banderas y el encendido de luces seguido de fiesta juvenil. Desde el cariño, quizás se podría alegar sin embargo, que esta programación tiene mucho de simbología y jolgorio pero anduvo escasa de acciones dirigidas a sensibilizar a toda la sociedad, y no sólo a la juventud, sobre la necesidad de la igualdad real de derechos. Quizás falte el anuncio de iniciativas como la elaboración de un plan de diversidad sexual con el que algunos ayuntamientos ya cuentan o que fortalezcan el aspecto pedagógico de esta fiesta que podrá ser así referente de las Comarques Centrals, como aparece en el programa de este ayuntamiento de una sola voz. En todo caso, el Día del Orgullo muchas personas estarán orgullosas de su celebración en Xàtiva. Sin perder de vista que el orgullo es alegría pero también reivindicación y sobre todo, pedagogía.

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