Si alguien se trabajó el concierto de homenaje a Nino, aparte de ser el primer evento de alcance para el nuevo alcalde, Juan R. Espí, esa fue la banda de 60 músicos de Aielo. Durante una semana, con su director Miguel Ángel Grau al frente, la formación se esmeró con entusiasmo, ensayando con los cantantes a sabiendas de la trascendencia que iba a tener el concierto. Tras las presentaciones de rigor, a cargo de un locutor radiofónico de peso, Vicente Alventosa, el concierto se dividió en cuatro bloques de canciones. Divididos cada uno por vídeos sobre la vida de Nino Bravo. La voz cantante principal la llevó Felipe Garpe, quien abriría el concierto con Te quiero, te quiero, en emotivo dueto con Eva Ferri. Después se irían sucediendo canciones como No debo pensar en ti, Cartas amarillas, Amanecer, Esta será mi casa o El tren se va.

A pesar de que las voces participantes se esmeraron por agradar, y lo lograron, el timbre y la calidad personal de la voz de Nino Bravo lo sitúa con el paso del tiempo en cotas inalcanzables para sus seguidores. América, América, su gran éxito póstumo, fue aprovechada por los cantantes para echar un guiño al público, cambiando la letra original por un «cuando Dios hizo el Edén, pensó en Aielo...». La canción Noelia, otro de los hits, fue presentada como aquella que indujo a muchas madres de entonces a bautizar con ese nombre a sus hijas. Un beso y una flor fue el tema utilizado para despedirse. Aunque detrás aún vendrían, como bises, Libre; una suerte de himno universal, con sus referencias elucubradas, y Tú cambiarás, para que el púbico, puesto en pie y bailando, se marchara a casa feliz de una jornada con tantas emociones y tantos recuerdos.