Adentrarse en el kilométrico y laberíntico recorrido que propone la Fira d'Agost implica entregarse con los cinco sentidos para experimentar un viaje en el tiempo con tique de ida y vuelta. Si, como en el viaje de Alicia en el País de las Maravillas, se quiere comenzar por el principio, la inmensa parada de Bastones Martínez, hecha completamente de madera, es el mejor punto de partida. Allí uno se encuentra con una de las estampas más arraigadas a la Fiesta de Interés Turístico Nacional que se celebra desde 1250: una colorida muestra de miles de gaiatos de todos los estilos y tamaños directamente fabricados en Jalance, cuna del almez, por Joaquín Martínez, uno de los feriantes más veteranos de la Fira: la segunda quincena de agosto es sinónimo de Xàtiva para él desde hace casi siete décadas. Entre los asiduos a su puesto es típico firar-se un bastón personalizado como recordatorio de cada edición, una costumbre autóctona fraguada sobre tiempos inmemoriales que se extiende desde los más pequeños hasta los más mayores de la familia.

Si se cierran los ojos y se dan unos cuantos pasos más, el olor a encurtidos en salmuera retrotrae al visitante a un mundo rural del que la capital de la Costera prácticamente se ha desconectado. Más adelante provocan la misma sensación los embutidos tradicionales, los botijos o los palmitos, otros elementos tradicionales que no pueden faltar en la Albereda, como la cassola o el esmorzar.

Pese a arrastrar siete siglos de historia a cuestas, la Fira no se ha mantenido ni mucho menos hermética a los cambios. Y he ahí uno de los secretos por los que se conserva tan bien y por los que sigue atrayendo cada año a cientos de miles de personas en plena canícula estival. Nada mejor para captar al público adolescente que montar una zona para gamers (jugadores de videojuegos) en medio del recinto ferial. Y eso es lo que hizo el consistorio de Xàtiva en 2018, en el marco de los cambios introducidos para modernizar el evento y su diseño. La iniciativa tuvo tanto éxito -casi siempre hay cola para hacerse con una de las decenas de videoconsolas instaladas- que en esta edición la carpa se ha ampliado considerablemente y se ha trasladado a un lugar más accesible donde una empresa ofrece torneos diarios de FIFA y Fornite, además de sesiones de realidad virtual, simuladores de conducción y «material profesional» para gamers. Todo ello entre abundante publicidad de marcas comerciales. La tradicional zona de atracciones también se ha «pantallizado» y ampliado. Todo es muy visual. Todo muy siglo XXI. Un paraíso para las generaciones que han nacido con un móvil bajo el brazo.

Contraste con la Fira del Bestiar

A poco más de un kilómetro, el contraste es colosal con el recinto de la Fira del Bestiar, donde uno de nuevo se reencuentra con los orígenes del gran acontecimiento comercial de Xàtiva, en un ambiente dominado por el olor a cuadra y caliqueño. Allí los animales centran el protagonismo y se siguen practicando transacciones de ganado, una práctica ancestral que está en el germen de la feria cuyo privilegio otorgó Jaume I a la ciudad. Sin salir del complejo, rudos labriegos venidos de todos los rincones del territorio valenciano luchan por tener el caballo capaz de arrastrar los sacos de arena más pesados. La competición de Tiro y Arrastre, que avanza por su 44ª edición, también hunde sus raíces en un pasado agrícola remoto y sigue siendo un evento fijo en la programación pese a las críticas de los animalistas. Como también lo es el Cant d'Albades, otra tradición que se remonta a la época medieval y que mantiene una notable afluencia de público. Aunque la base del canto de estilo se conserva, eso sí, el repertorio de los cantaors no puede ser más actual: en las últimas «albades» se colaron el «Wallapop», «First Dates» y el pacto del PSPV y Ciudadanos a nivel local. Lo millenial también se ha adueñado de la programación musical, con actuaciones de grupos indie y de ídolos adolescentes de masas como Abraham Mateo. Su concierto de 2015, eso sí, fue un fracaso de público. Los misterios insondables de ese fascinante viaje en el tiempo que es la Fira.