«Un pueblo como el nuestro, que comienza las fiestas honrando a quienes ya no están y trasladando la fiesta a los mayores a las residencias es un gran pueblo. Un acto como el de hoy define muy bien la manera que tiene Ontinyent de entender las fiestas y el mundo». Con estas palabras del alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, sobre los festeros difuntos, tenía lugar este domingo el entrañable acto del Esmorzar de la Llàgrima, que reunía alrededor de 300 personas en el casino de la Sociedad de Festeros del Crist para rendir homenaje a los festeros difuntos durante el último año.

En su parlamento, Rodríguez destacó que el Esmorzar de la Llàgrima «no debe ser algo triste, sino un momento para estar orgullosos y un motivo de llenar de fiesta las calles, por que aquellos y aquellas que ya no están», manifestaba. El acto estuvo precedido de una misa en la ermita de Santa Ana, donde muchos de los presentes se emocionaron al rememorar la pasión por la fiesta de Ángel Sanchis, José María Bonet, José Roberto Galiana, Miguel Gandia, Miguel Taberner, Rafael Brotons, Rafael Guerola, Miguel Turrón, Vicente Pastor, Antonio Martínez, Manuel Reina, José Luis Bodí y Vicente Gil, recordados uno a uno por el Presidente de Festeros, Vicente Pla.

En el acto, acompañado por la Societat Unió Artística Musical d'Ontinyent, el alcalde y el presidente de Festes impusieron insignias a los cargos de las fiestas de este año (capitanes, embajadores, abanderados y primeros trons), repartiéndose también distinciones a los festeros que se han hecho merecedoras de un reconocimiento público a propuesta de Festers o de las comparsas, entregando insignias a personas de 65 años de edad o más y 50 como festeros.