Cientos de personas participaron anteanoche en una multitudinaria Nit de les Fogueretes de Agullent, una tradición que ya goza de la declaración de Festa d'Interés Turístic Provincial y que es una de las citas más esperadas de las llamadas Festes del Miracle. Gracias a los esfuerzos del consistorio por promocionar durante los últimos años una celebración tan popular y arraigada, ésta ha ido creciendo y el llenazo fue total: no se podía aparcar por los alrededores y en el interior de la ermita no cabía un alfiler. A los cientos de agullentins que acudieron se les sumaron curiosos procedentes de Ontinyent, Benigànim, Bocairent, Quatretonda, Xàtiva, Banyeres, l'Olleria...

La romería terminó, como manda la tradición, en la ermita de Sant Vicent, donde se cantaron los gojos (guardeu-nos, gloriós Vicent, de la pesta i d'altres mals..) y los fieles se ungieron con el aceite de lámpara protagonista del hecho prodigioso gracias a cual cesó la epidemia de peste en el pueblo, exactamente el 4 de septiembre de 1600: cuando el ermitaño vio a un misterioso fraile rezar arrodillado ante la llàntia y poco después, desparecer.

Antorchas que se apagan

Desde ese mismo año, la localidad de Agullent conserva esta antiquísima tradición cuya principal seña de identidad son las antorchas o falles y farolillos que los fieles llevan desde el casco urbano hasta llegar al templo. Con la salvedad, de unos años a esta parte, de que las primera (hechas con esparto empapado de aceite, de ahí su potente llama) se han de apagar en el parque de la Font Jordana, antes de comenzar el ascenso, dado el riesgo de incendio forestal que supone llevarlas encendidas por el camino de la ermita, en medio de un espeso bosque de pinos. En la explanada, antorchas y farolillos arden en una o varias fogatas. Tras la romería, los festeros del Crist obsequiaron a los asistentes con cacau, tramús, cerveza y refrescos. Y la orquesta Titanic protagonizó una verbena. Las fiestas terminan esta noche.