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Ahora a quien temen es a las redes

se da la paradoja que pese a la mayoría absolutísima que ostenta en el Ayuntamiento de Ontinyent Jorge Rodríguez, al frente de su nuevo partido, La Vall ens Uneix, la oposición le viene mucho menos del PP y de Compromís, y en cambio es más amplía y dura la que le azota desde las redes sociales. Por algo será que los Ricard Gallego o Sayo Gandia lo primero que hicieron, tras los abultados resultados del 26M, fue bloquear en sus redes sociales a todos aquellos que no les bailaban el agua. Un caso reciente y que ejemplifica lo que está sucediendo aconteció a propósito del proyecto transformador que el gobierno de Rodríguez quería imponer en un espacio tan arraigado en la memoria sentimental ontinyentina como la Glorieta.Como es público, la lluvia de críticas que le cayó al gobierno municipal en las redes sociales hizo que, al día siguiente de reunirse con las asociaciones vecinales, emitieran una nota de prensa desdiciéndose de lo manifestado el día anterior. En ella aceptaban propuestas vecinales varias, como la petición de conservar el edificio denominado «la casa del jardiner».

Aunque los ediles de LVEU ahora viajen más que nunca o el alcalde solo acuda al ayuntamiento para las fotos, las ruedas de prensa y poco más, el descontento entre la ciudadanía va en ascenso, como bien se advierte en las redes sociales. Así un vecino exponía el oro día esta queja: «En su día presente una instancia solicitando la redacción de una ordenanza municipal para combatir la plaga del mosquito tigre, como habían hecho otras localidades?, pero han pasado los años y no se tiene noticias de aquello que se anunció». Otros apelan a asuntos urbanos más domésticos, asimismo de competencia municipal, como: «Por favor, que pongan los bancos que estaban delante del Prop» o este otro: «¡Esto es vergonzoso! No hay semana que no dejen muebles y que se queden días sin retirar en la calle Manuel Simó Marin», denunciaban.

Incluso un medio local afín a Rodríguez se hacía eco de una inmensa queja vecinal sustanciada a través de las redes. A cuenta de las repercusiones del episodio de lluvias y las consiguientes inundaciones, la otra inundación ha sido la de denuncias de imprevisión, de falta de actuaciones efectivas o de que Ontinyent carezca de un Pla d'Actuació Municipal contra este tipo de fenómenos.

Hablando de fenómenos, uno creciente es el de la Plataforma per la Defensa del Patrimoni d'Ontinyent, nacida este verano en las redes con el concurso de historiadores, técnicos o arquitectos que están al cabo de la calle. El detonante fue, quizás, las cuestionables y recientes obras de mejora del acceso a la Vila, ya que tras descubrirse una parte de la antigua muralla y un torreón, situado al frente de la puerta principal de la capilla de la Purísima, el concejal de patrimonio, Joan Sanchis, contravino las recomendaciones del arqueólogo municipal y optó por cubrir dichos restos. Amputaba así un incentivo arqueológico para el barrio medieval: a la ciudadanía y a los presumibles visitantes y turistas cuya afluencia dicen promover.

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