La burocracia ha inundado las fiestas de Moros y Cristianos. El vacío legal en el que se movían las disparaes, uno de los actos más característicos de esta festividad y protagonistas en las tradicionales embajadas y alardos, se acabó en 2017 con la promulgación del Reglamento de Explosivos, una extensa normativa que intentaba regular la tenencia de arcabucería y el uso de pólvora en el marco de las fiestas locales, para acercarla a los requisitos requeridos para el manejo de cualquier arma de fuego. La adaptación de una práctica, que ha funcionado durante décadas según el parecer de los mismos festeros, a un marco legal regularizado se antojaba una tarea harto difícil; dos calendarios festivos después, la realidad ha advenido más costosa si cabe por una burocracia que está lejos de facilitar las cosas a los festeros. Algunos apuntaban incluso a que podía significar el fin de las disparaes en las fiestas de Moros y Cristianos. Anteanoche, por fin, se pudo despejar el humo que rodeaba el futuro de la arcabucería. La sala Joan de Joanes de Bocairent, la localidad que celebra las primeras fiestas de Moros i Cristians del año en las tres comarcas, acogió una mesa redonda organizada por el Institut d'Estudis de la Vall d'Albaida, el IEVA, en la que festeros, administración y músicos pusieron sus impresiones en común para dibujar el escenario que se presenta de cara a la próxima temporada festera.

Francisco Javier Cervera, director de Industria de la subdelegación del gobierno en la Comunitat Valenciana „una de las áreas que se encarga de aprobar los permisos„, fue el blanco del fuego cruzado de todos los bandos. Pepa Prats, presidenta de la Unión Nacional de Entidades Festeras de Moros y Cristianos (UNDEF), le echó al final un capote: «En realidad es quien menos culpa tiene». No obstante, tanto ella como los festeros a los que representa bien esperan que Cervera traslade sus reivindicaciones a las instituciones que procedan. Ximo Carbonell, presidente de la Associació de Festes de Moros i Cristians a Sant Blai de Bocairent, resumió la buena voluntad de los festeros y su predisposición a asumir el nuevo marco normativo de la pólvora y los arcabuces: «Es una reglamentación nueva, y los festeros se esforzarán por adaptarse. Pero se hace necesario que se concedan ciertas facilidades desde la administración», añadía. El mismo Cervera reconoció no saber «qué decir» de la legislación, trasladando cierta empatía con los festeros. «Hay muchísimos requisitos», expresó, señalando el enorme dossier que desarrolla la normativa, «y hay que intentar cambiarlos». Preguntado sobre si, en efecto, la normativa había servido para aumentar la seguridad de las fiestas, Cervera señaló que quería pensar que sí: «Antes no había ninguna legalidad en las disparaes. Cada pueblo tenía sus propias normas. Con una única normativa, lo lógico es pensar que la cosa ha mejorado. Es cierto que existe cierta farragosidad que hay que examinar, desde luego», admitió.

Por otro lado, las distintas fiestas de la geografía valenciana se ha venido denunciando que nunca se llegó a contar con ellos a la hora de redactar el Reglamento del Fuego, lo que conllevaba unas trabas evidentes. Más allá de la excesiva burocracia y los permisos requeridos, previo cursillo de capacitación, a la hora de tramitarlo todo para las festividades se ha visto, además, que la administración, lejos de facilitar el trabajo, estira los tiempos y apura la entrega de documentación hasta pocos días antes de cada fiesta, se quejan. Una última traba que ha dejado a muchos festeros de las tres comarcas sin permiso para disparar. Así, de forma súbita, se ha acabado con años de tradición local e intergeneracional.

Un año para olvidar

Este 2019 ha sido especialmente duro para las distintas asociaciones de fiestas de Moros y Cristianos. A las dificultades burocráticas se sumó más tarde un incremento desmedido en el precio de la pólvora: el precio estandarizado de 24,5 euros por kilogramo se convirtió a principios de año en 38 euros por kilo, una subida del 57 %. Ayer, Pepa Prats explicó que, por lo que había sabido la UNDEF, la subida se debía a un accidente en la fábrica alemana de pólvora, suministradora de la única empresa española proveedora del material, la Albaceteña de Explosivos. En algunas localidades, como la misma Bocairent, el número de tiradores de cada comparsa disminuyó sensiblemente, según aseguró ayer Carbonell. En otras, como l'Olleria „cuyos representantes acudieron ayer a la mesa redonda para saber qué esperar para el próximo año„, directamente no se celebraron actos de pólvora en sus fiestas, el pasado mes de agosto.

De cara al año que viene, la perspectiva es distinta, de no sucederse la serie de catastróficas desdichas del 2019. «Es muy difícil, por no decir imposible, que se vuelva a repetir una situación como la de este año. Se acumularon una serie de condicionantes que perjudicaron a la fiesta, pero lo esperable es que la situación se normalice», dijo ayer Prats, que avanzó una bajada en el precio de la pólvora. Por otra parte, la presidenta de la UNDEF manifestó su intención de trasladar «a lo que salga de las elecciones del domingo» las reivindicaciones al respecto del Reglamento del Fuego que han trabajado y consensuado con festeros y representantes de la administración, a saber: una ampliación del lapso de tiempo autorizado para el almacenamiento de pólvora, de 72 a 96 horas, y cierto margen para tramitar todos los permisos, entre otras cuestiones. Ella y Cervera se comprometieron a que alrededor de un mes antes de la fiestas de Bocairent, el primer fin de semana de febrero, se confirme la documentación necesaria para disparar.

La visión de los músicos

Por otro lado, Adrián Durà, presidente comarcal en la Vall d'Albaida de la Federació de Societats Musicals de la Comunitat Valenciana, tuvo la oportunidad de trasladar en el debate la visión de las bandas al respecto de toda la polémica. Durà señaló la necesidad de alejar a los músicos del centro de los actos de pólvora, ya que resultan muy dañinos tanto para ellos como para los instrumentos; más allá de este apunte, se puso del lado de «la tradición» de la fiesta frente a la injerencia externa a la fiesta. «Más nos vale, con la SGAE por ahí», ironizó.