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Encuentro en color violeta

El domingo Xateba organiza el II Encontre d'Escriptores Lucrecia Borja, y de nuevo se me plantea la duda de si realmente acciones como estas van a ayudar a la igualdad entre hombres y mujeres. Vayamos por partes. En primer lugar en su escrito de intenciones Xateba habla de su «obstinación de acercar la cultura en femenino a Xàtiva, feminizándola e intentado visibilizar a las escritoras, editoras, traductoras, ilustradoras, etc, a un territorio casi de hombres», dicen. En segundo, se pretende mediante este mensaje, que el Encuentro acabe convirtiéndose en un círculo de mujeres creadoras. Pienso que a las mujeres escritoras, editoras, ilustradoras, etc. no les hace falta ningún "encuentro" para demostrar su valía, y se me perdonará la afirmación, pero estoy convencido de que intentar una posible solución a un problema donde puede no existir problema es una perogrullada y provoca que las mujeres pidan ocupar un lugar en la sociedad cuando lo que deberían ocupar es el justo mismo lugar que los hombres, sin debates y sin que nadie permita, hace crecer el machismo, la xenofobia y la violencia de género, que solo será posible erradicarla cuando se unan los objetivos. No se debería copiar el mismo modelo que diferencia el género porque entonces no habremos „tristemente„ avanzado nada.

El Encontre d'Escriptores de Xàtiva vuelve a poner sobre la mesa un diferencialismo que para nada es positivo según mi opinión. Ya lo escribí en una anterior colaboración a colación del Llibre de la Fira donde únicamente escribieron mujeres. No me demostró absolutamente nada. Bueno, miento, vino a ratificarme en mis convencimientos de que quien sabe escribir, escribe. Quien sabe pintar, pinta. Quien sabe enseñar, enseña, y así sucesivamente. Me la refinfla que sea un hombre o una mujer. Recuerdo una carta publicada en la desaparecida La Veu de Xàtiva en 1982 donde el escritor Toni Cucarella ( Lluís Antoni Navarro) respondía a una critica que el mismo hizo sobre la figura de la Reina de la Fira, asegurando que él criticaba la figura y que le era indiferente si la reina era una mujer, un hombre o un transexual. Estamos totalmente de acuerdo.

Veto al libro masculino. Una de las ponentes a este encuentro recuerdo que dijo textualmente en una presentación editorial en la que estuve presente : «en mi casa no entra ni un solo libro escrito por hombres». Pues con su pan se lo coma. ¿Qué hacemos? ¿Respondemos con la misma afirmación? Sería absurdo e impresentable. A un servidor se le pone la carne de gallina cuando lee versos de Nicanor Parra o escucha canciones de su hermana Violeta; cuando me relajo releyendo a Ausiàs March o los pensamientos inmensos de Isabel de Villena; el dolor de Miguel Hernández o la crudeza de Almudena Grandes. Yo no miro a quién prefiero: simplemente disfruto con ello. ¿Se me puede condenar por ello?

Comenté este incidente con la escritora Rosa Montero, a quien nadie acusará de su falta de feminismo. Y sonriendo me dijo que «eso es muy peligroso porque escribir es un camino de libertad. Habría que ser más justos e igualitarios». Por descontado que los libros de Montero entran en mi casa como entran muchísimos más escritos por mujeres. No voy a ser tan estúpido ni estar tan idiotizado diferenciando esta cuestión. Ya tenemos bastante con una derecha peligrosa y fascista que sería capaz de hacerlos desaparecer.

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