Por 17 votos. El popular José Miguel Marín lo ha conseguido tras la repetición electoral y es el nuevo alcalde de Granja de la Costera tras sumar 120 votos frente a los 103 de su rival y el que ha sido alcalde socialista durante tres legislaturas, Juan Carlos Garrido. El 7 de diciembre se constituirá el ayuntamiento que queda formado por tres ediles socialistas y cuatro populares.

Y es que La Granja de la Costera repitió ayer elecciones para elegir alcalde y el pueblo no estaba de buen humor. Entre las dos generales, las europeas, las autonómicas, las municipales y la repetición de estas últimas la localidad ha acudido a las urnas seis veces en medio año. Pero ¿por qué repetían los comicios? Pues por tres votos y un vocal de la mesa.

En las elecciones municipales del 26 de mayo, acabó el recuento y la victoria era del PP por un voto. Entonces se incluyeron tres votos socialistas que en principio se habían descartado por nulos (al estar rota la papeleta) pero que se incluyeron «porque, según dicta el reglamento, ni afectaba al logo del partido ni a los nombres que conformaban la candidatura», explicaba ayer el aún alcalde socialista, Juan Carlos Garrido. Acudieron a la Junta Electoral Central que aceptó dos de los tres votos nulos. La vitoria era entonces socialista. Entonces el PP impugnó el proceso porque uno de los vocales de la mesa figuraba en la candidatura socialista y habían «anulado votos que luego aceptaron. No estaba nada claro y el proceso no fue transparente», argumentó ayer el candidato popular, José Miguel Marín. Los comicios se celebraron ayer con la misma composición de mesa a excepción del vocal socialista.

En la Granja de la Costera se disputan los votos uno a uno. La participación es clave porque en un municipio donde están llamados a las urnas 247 personas la línea para conseguir la alcaldía es muy fina y se puede alcanzar o no con un solo voto de diferencia. Sin embargo, era difícil que ayer alguien cambiara de voto. Otra cosa era que no fuera a votar. «Aquí todos sabemos lo que vota cada familia. De que pie cojea», apuntaban en líneas generales. El mismo comentario, de distintos protagonistas, dejaba entrever una barrera invisible.

Y es que ayer, en esta pequeña localidad de la comarca de La Costera, reinaba el silencio. Al menos, con los medios de comunicación. Nadie quería dar su nombre, ni salir en la imagen. Ni mayores ni jóvenes. Ni hombres ni mujeres. Y es que el pueblo está dividido en dos. Familias que no se hablan con otras familias porque votan, desde hace años y décadas, al mismo partido. Justo el contrario que votan ellos. Hay quien se niega hasta el saludo. Hay quien no entra en el bar si no quiere compartir espacio con quien ya está dentro.

Los vecinos acudieron a las urnas con su voto guardado en el sobre desde casa. Algunos aseguraban que habían buzoneado de nuevo en sus domicilio con las dos papeletas. Otro, que no habían recibido ninguna y otros, afirmaban que en su buzón solo había una. Las caras largas, la desconfianza y el hartazgo estaban ayer bien presentes.