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Reflexiones en torno a los toros como negocio en xàtiva

a lo largo del presente año biblioteca de familias ha intentado conmemorar la efeméride de los cien años de la plaza de toros de Xàtiva, recordando a sus diferentes precursores como: Fernando Bernabé, José Tudela o Rafael Reig, todos ellos aficionados al pasatiempo popular de los toros, que como buenos empresarios surgidos del arduo trabajo, pronto concibieron este entretenimiento como una oportunidad de negocio, más allá de las moralinas sobre el maltrato animal, o de si se podía o no considerar espectáculo o arte, observar como un astado despanzurraba a una montura sin protección, o se corneaba a una banderillero o un torero, en un tiempo donde las corridas eran muchos más agresivas y sangrientas que ahora, y autorizada a todos los públicos, pero eso sí, de pago, porque los únicos exentos de pasar por taquilla eran los niños de pecho, según se publicitaba en las crónicas de época

A pesar de todo, la afición fue grandísima, y fue un espectáculo para muchos, y un entrenamiento que perduró hasta el día de hoy, como se puede constatar a través de la ingente cantidad de actividades desarrollas a lo largo de una centuria, donde además de matar toros, se convirtió en espacio escénico de múltiples actividades, como el curioso podrá observar si se acerca a la Casa de la Cultura de Xàtiva estos días. Así los colectivos taurinos como Penya Socarrats, Club Taurino Punteret y Ché que Bou se han unido con el patrocinio del ayuntamiento, para conmemorar la efeméride de una forma muy sencilla y didáctica, organizando una exposición montada por Avance Taurino, empresa especializada en recuperar el presente, pasado y futuro de la tauromaquia valenciana, y a la que lanzamos el órdago para publicar un libro sobre la historia de la plaza, un ruedo que ha representado para la ciudad algo más que una simple plaza de toros, por las enormes repercusiones políticas, sociales y urbanísticas que tuvo para una capital de la Costera, en aquellos tiempos en que Xàtiva contaba con tantos empresarios dispuestos a invertir inteligentemente, como los arriba citados, que también fueron algunos de ellos alcaldes, ya que sin coyunturas políticas estables ni favorables, el mundo de los negocios está más que perdido.

Una nefasta coyuntura política la coronó de una innecesaria techumbre que le da un aspecto anacrónico, y la asemeja a un platillo volante. Y un equívoco referéndum la privó de las corridas, calificando a nuestros antepasados de salvajes mientras en otros lugares se permite todo tipo de atrocidades contra los animales bajo la excusa de festejos populares, o a nadie se le ocurre tampoco prohibir los sanfermines, que encima son retransmitidos por la tele nacional, con recuento de bajas incluido. Incongruencia extrema que se suma a las crueles ironías del destino.

Desde las alturas, pasados los años, se observa como la Xàtiva que crece en dirección al Genovés, recientemente urbanizada y llena de adosados y fincas de nueva creación, que recuerdan muchísimo a las urbanizaciones que proliferaron por doquier al calor de la burbuja inmobiliaria, parece que se olvidaron de restaurar dos grandes puntos negros que afean su entorno. La antigua estación, de la que hablaremos en otra ocasión, y que sigue languideciendo, en espera de la eterna disyuntiva de restauración o demolición, y la centenaria plaza de toros, que también languidece y a la que ya le crecen hierbas de considerables dimensiones entre las ranuras metálicas, de uno de los mayores despilfarros de la historia de Xàtiva. La techumbre más moderna que tenía que haber convertido la plaza en un espacio lúdico multifuncional, la ha dejado convertida en un espacio vacío, desierto y sin función, cosa que se puede remediar si la coyuntura política permite convertirla en espacio de negocio.

Si los toros dan dinero, y vuelven a poner a Xàtiva en el mapa de la tauromaquia nacional, perfecto. Vicios privados, públicas virtudes. Recuperaríamos la plaza, y aumentaríamos la oferta lúdica de la ciudad. Y lo siento por los toros, pero la sociedad setabense en su mayoría no es vegana. Si analizamos el oráculo del pasado, veremos que la plaza nació con motivaciones estrictamente económicas, de unos intereses privados que repercutieron positivamente en el incremento del comercio local. Recordemos que hoy también éste languidece. Pero busquemos un pequeño paralelismo con el pasado, homenajeando a los promotores de los toros en Xàtiva: los citados Bernabé y Tudela.

Los emprendedores de la época. Fernando Bernabé García fue un próspero comerciante de guanos y harinas que tuvo la brillante idea de construir un ruedo de 34 metros de diámetro aprovechando la coyuntura de reformas urbanas acaecidas en la ciudad para situar las canalizaciones de gas allá por el año 1887, lo que obligaba a sacar los festejos taurinos al extrarradio, para mayor alegría de los vecinos residentes en la plaza de la Seo y colindantes, hartos de la algarabía producida por la inoportuna plaza. Tras numerosas quejas, veían sus demandas satisfechas gracias a la necesidad de perforar las calles más céntricas del entramado urbano. Sobre el antiguo solar donde se alzó el desaparecido convento del Carmen se situaría la primera plaza de toros, precedente de la actual, y en cuya primera corrida se sacrificaron seis toros de muerte en honor al ilustre pintor José de Ribera.

En 1911, José Tudela quiso volver a construir una nueva plaza de toros. Pero no de madera, sino de piedra. Acudió a la prensa liberal para dar a conocer la idea. Su proyecto consistía en combinar una plaza de obra hasta la contrabarrera y el resto de madera, con cabida para 10.00 almas. Él, precisamente, era un empresario de la madera, y abría fábrica en la Baixada de l'Estació. Estaba dispuesto a comprar los terrenos e iniciar los trámites para crear una naciente sociedad cooperativa que permitiese construir el coso actual. Finalmente fue inaugurado en 1919, aunque ya se habían celebrado algunas corridas cuando aún estaba por terminar. Se puede afirmar que es más que centenario, y al igual que en el pasado, recuperar los usos de la plaza como espacio lúdico pasa porque haya una corriente de empresarios que deseen explotarla, y cuyo interés no se vea obstaculizado por una errónea coyuntura política que condenen a la vacía plaza de toros a convertirse en un montón de escombros. Como ya le ocurre a la estación vieja.

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