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una ciudad de conventos

once conventos tuvo Xàtiva del siglo XIII al XVII: Dominicos, 1243; Franciscanos, 1248; Mercedarios, 1248; Trinitarios, 1259; Montsant o de l'Algema, 1273; Santa Clara, 1325; Las Santas o Agustinos, 1518; Dominicas de la Consolación, 1520; Carmelitanos, 1570; Alcantarinos (San Onofre el viejo) 1578, y Capuchinos, 1607. Pues bien, Las Santas o San Agustín; Sant Domènec y las Dominicas de la Consolación son los tres casos en los que puedo presentar un pequeño relato histórico, dado que yo „como al igual que muchos otros setabenses de mi edad„ aún hemos llegado a conocer las últimas etapas de estos tres antiguos conventos. Felizmente, el de la Consolación sigue en pie al estar aún habitado hoy todavía por las monjas de clausura.

Sant Domènec (Dominicos). Es tal vez de los tres el que más importancia histórica tiene a día de hoy, incluso con las muchas vicisitudes sufridas en sus dependencias durante los años de la posguerra: en sus antiguas celdas se situó una industria textil, con instalación de telares dedicados a fabricar arpillera de hilo de regenerado; propiedad de Salvador Abad (denominada Sabado) y paralelamente su claustro e iglesia se convirtieron en un teatro y después en un cine. Pasando por sus escenarios las figuras populares del cante y el folclore español del momento. Nunca hubieran imaginado los monjes del siglo XIII que después de muchos siglos el lugar que habitaban llegaría a convertirse en un teatro.

Las Santas (Basilisa y Anastasia) o San Agustín. Este lugar empezó tan solo como una ermita, denominada de San Salvador. Posiblemente en él tuvieron su inicio los agustinos de Xàtiva; para más tarde pasar la orden al convento que hoy conocemos como de San Agustín. Digo posiblemente porque el solar que abarcaba una parte de la que fue su construcción, hasta 1958, era mucho mayor al de una simple ermita. Sin olvidar que antes perteneció este enclave a una sinagoga. De ahí que me parece poco probable que viniese y correspondiese su parte de la sillería y resto de las estancias, aún visibles hasta 1958, a la de la misma sinagoga y que persistieran hasta mediados del siglo XX, cuando dicho templo era de varios siglos antes que la ermita. Por tanto me atrevo a pensar que la orden agustina ya tuviese en el siglo XVI este enclave, y por tanto los restos arquitectónicos visibles en el siglo XX pertenecer más bien al inicial convento de los Agustinos; al margen de la mencionada ermita.

Alrededor de 1955 fue aprovechado su ya deteriorado espacio (como digo, bastante extenso) para una industria de pirotecnia familiar, hasta que ocurrió una deflagración explosiva, muriendo una persona y resultando otras heridas; las personas propietarias de esta industria tenían su casa familiar en la calle del Peso, junto al museo de L'Almodí. El hijo varón era amigo mío y fue quien me hacía frecuentar la pequeña industria de pirotecnia familiar. De ahí que conozca muy bien este histórico enclave, hasta que fue clausurado el negocio y convertido años mas tarde en un bloque de viviendas por el empresario Gregorio Molina.

Las Dominicas de la Consolación. Este fue y sigue siendo de los tres el de mayores recuerdos y el de más impacto; el más entrañable para mí. Primero, por haber pasado de niños „de los 3 a los 6 años mi etapa de parvulario, de 1943 a 1948„ pero también por haber sido en dichos años y algunos después el lugar de juegos: en el solar que fue parte del mismo convento (hoy finca Virgen de la Seo). Recuerdo los montones donde estaban apilados los sillares del derribo, con todo su perímetro del solar tapiado aunque la chiquillería nos lo saltábamos, sirviendo todo ello para los juegos de las pandillas del barrio.

Precisamente este año que ahora acaba, la congregación está celebrando el 500 aniversario de su fundación con la realización de diferentes actos a lo largo de 2019.

Esta parte del convento ya solar, fue años después el lugar donde transeúntes, húngaros y saltimbanquis podían entrar y acampar con sus carretas y animales; lo hacían a través de una apertura en la pared y para la chiquillería del barrio representaba un aliciente. Se respiraba un ambiente de misterio o brujería al ver de cerca a tan extraños personajes y su modo de vida.

De estos tres conventos, tal vez el que peor suerte ha tenido ha sido el de Las Santas (San Agustín) pues el lugar del inicio físico de su historia ha desaparecido, al ser convertido en bloque de viviendas. Del resto de conventos, con más o menos presencia, podemos contemplar una parte de los mismos después de tantos siglos, salvo también el de los Carmelitanos, del que ya nada existe y que se encontraba donde estaba el antiguo matadero que hoy es bloque de viviendas.

Así es el paso del tiempo y de nuestra historia. Qué tristeza pensar las veces que han sido barridas algunas huellas, tan importantes, de nuestro pasado no tan lejano con el único fin de que la sociedad lleve otra forma de vida.

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