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Patrimonio

El expolio del tesoro de la Seu durante la Guerra Civil

El archivero de la Colegiata de Xàtiva documenta las tribulaciones del patrimonio orfebre en un artículo especializado para la Universidad de Murcia

Tres imágenes-relicario de plata del tesoro de la Colegiata que nunca más volvieron a Xàtiva. levante-emv

El Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia ha seleccionado una serie de estudios sobre platería a nivel nacional en el que ha incluido un artículo del archivero de la Colegiata de Xàtiva y auxiliar del de la Catedral de Valencia, Juan Ignacio Pérez, titulado El tesoro de la Colegiata de Xàtiva durante la Guerra Civil. Se trata de una obra coral dedicada a analizar el patrimonio de joyas, orfebrería, plata u otros metales preciosos existentes en las catedrales o en colecciones privadas pertenecientes a familias de la nobleza o la Casa Real de España, y que se publica anualmente bajo el título Estudios de Platería San Eloy. Lo coordinan los profesores Jesús Rivas Carmona e Ignacio José García Zapata, especialistas en artes decorativas del Departamento de Historia del Arte de la citada universidad.

En el interesante estudio, el autor de Xàtiva detalla cómo el abad de la colegiata en ese momento, Francisco de Paula Ibáñez, depositó en las cajas de seguridad 7,8 y 30 de la sucursal que el Banco de España tenía en Xàtiva, los bienes argénteos de uso litúrgico más valiosos de la institución, tras la proclamación de la Segunda República. Bienes legados por el papa Calixto III, como un cáliz de plata, un lignum crucis, una arqueta y dos relicarios; otros donados por el cardenal Francisco Antonio Cebrián y Valda, o por el municipio, como la Cruz Procesional o la Custodia Mayor, así como varias imágenes-relicario que representaban a San Félix, San Pedro y a la patrona de Xàtiva, además de objetos de oro y plata donados para la liturgia.

Eran tres cajas llenas de metales preciosos, todo un tesoro valorado en centenares de miles de pesetas de la época. A pesar de ello, no se salvó del expolio, según narra Juan Ignacio Pérez. Fue incautado durante la Guerra Civil por la Caja de Reparaciones, organismo dependiente del Ministerio de Hacienda. Concretamente, un 12 de abril de 1938. Y fue responsable de la requisa el capitán de carabineros Antonio Tejada, a quien la Junta de Reparaciones „con sede en Barcelona„ le había encargado la confiscación de los bienes resguardados en entidades bancarias de la provincia de Valencia.

De España a Suiza

A partir de este hecho, el autor cuenta las vicisitudes de aquel rico patrimonio que fue incluido en los cuantiosos bienes que fueron exiliados hacia Ginebra (Suiza) durante los últimos meses de una agonizante República. Así, por ejemplo, según apunta Pérez en su estudio, la Cruz de Mayor de la Seu aparece registrada en el Inventario de Obras de Arte Español, siendo trasladada al Palacio de la Sociedad de Naciones de la ciudad suiza con el propósito de salvaguardar el patrimonio histórico del país, amenazado por los bombardeos que asolaban las ciudades.

En 1939, muchos de aquellos bienes fueron repatriados en sucesivas oleadas tras la victoria del bando franquista. Así, la Cruz Mayor fue depositada en la Biblioteca Nacional, en Madrid, hasta que en agosto de aquel año se hizo cargo de la misma el alférez setabense José Chocomeli Galán, que la devolvió a Xàtiva aprovechando su cargo como agente del Servicio Militar de Recuperación, explica Juan Ignacio Pérez. Otros bienes fueron recuperados en 1944, gracias a las exposiciones que se realizaban de objetos artísticos y de culto procedentes de las incautaciones, como la que tuvo lugar el Monasterio de la Encarnación de Madrid, donde Benito de Vizcarra, delegado de Recuperación de Ornamentos Sagrados, responsable de la devolución de los bienes a sus propietarios, escribió al deán de la catedral de Valencia, sugiriéndole la posibilidad de que algunos de los objetos expuestos pertenecieran a su diócesis. Y así fue. La Colegiata de Xàtiva pudo recuperar el cáliz donado por el papa Calixto III, el relicario del Lignum Crucis, la Custodia procesional o el cáliz del patriarca Cebrián.

Pero, desgraciadamente, como apunta el autor, hasta el momento no se ha podido recuperar gran parte de aquel tesoro, hoy perdido, como dos imágenes-relicario, una imagen de plata de la Mare de Déu, dos relicarios pontificios, una arqueta, la mano y el antebrazo enguantados en plata de la Virgen de la Seo, un Lignum Crucis, un cáliz donado por Vicente Mª Carrillo Mayoral, y una «custodia de sol» regalada por José Blanch, arcedianos ambos de Xàtiva. Un patrimonio extraviado, pero tal vez no perdido para siempre.

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