Si la memoria no falla, ya son 38 ediciones de Fitur en las que he estado presente: desde que se celebraba en la Casa de Campo de Madrid hasta las actuales instalaciones de Ifema. Y 38 o tal vez más han sido las vueltas obligadas en el pabellón 7 —donde se encuentran los stands de la Comunitat Valenciana— las que he tenido que dar para encontrar el espacio que le corresponde a Xàtiva en la que dicen es la segunda feria turística del mundo.

Y es que las cosas han cambiado y siempre existe una explicación más o menos lógica. Atrás quedaron los tiempos donde un stand en Fitur se valoraba en millón y pico de euros para mostrar las excelencias de nuestro territorio. Excelencias que sirvieron para enriquecer a quienes se les dio el fantástico bocado de Fitur. No importaba como fuese o si era una barbaridad gastar ese dinero. Era presupuesto público y ya sabemos como acabó la cosa.

El caso es que se terminaron los tiempos de bonanza y se intentó racionalizar los recursos, pero tampoco era necesario llegar a los extremos de «todos juntos y revueltos» para acudir a Fitur. Terminaron las pantallas gigantes, la gastronomía sin límites, los regalos institucionales, las cenas en el Gran Casino y el convencimiento de que éramos más que nadie y decidíamos ocupar todo un pabellón para nosotros solitos. Ahora no. Ahora compartimos espacio con Catalunya y Castilla-la Mancha y todavía quedan rincones vacíos de asistencias, porqué sencillamente Fitur ya no es lo que era. Ya no es un escaparate lleno de golosinas ni sonrisas bonitas para el espectador. Fitur se está convirtiendo en un espacio para el trabajo, sencillamente.

Y buena prueba de ello es que la cumbre sobre el clima celebrada semanas atrás en el mismo espacio de Ifema, ha dejado rastro y huella en el caso de que ya no se ven papeleras llenas de folletos que la gente recogía por vicio y abandonaba poco después. No se ven en las papeleras, porque a los visitantes, profesionales, prensa, expositores, etcétera ya no les interesa un papel cuché lleno de fotos impresas en color. La cumbre no ha tenido nada que ver, ¡ojala!, ni tampoco la conciencia de que es necesario reciclar. Es sencilla y llanamente que la era tecnológica ha dejado detrás el papel y la búsqueda de un destino turístico ya no se hace gracias al folleto de turno.

La presencia de Xàtiva en Fitur bajo el paraguas de València Turisme no es algo bueno ni malo, sino todo lo contrario. Acudir a la feria para compartir un mostrador de tres metros lineales junto a Manises, Llíria, Algemesí y Paterna tiene su gracia, y todos ellos dentro del negociado “cultural” ya que la Diputación ha marcado los municipios a los que invita a acudir dentro de tres categorías. No cabe ni un solo folleto por ciudad y los curiosos que acuden a interesarse por algo en concreto no saben donde están ni qué corresponde a uno y a otros. No es de recibo que ya que se está, se esté en estas condiciones. Sencillamente porque todos y cada uno de los pueblos y ciudades tiene sus planos, folletos, caramelos de menta y fresa, pero es imposible mostrarlo en condiciones.

El espacio expositivo de València Turisme ha sido dividido en tres áreas de trabajo común de turismo cultural, gastronómico y de naturaleza. En la zona cultural participan los municipios de Algemesí, Llíria, Manises, Xàtiva, Paterna y Riba-roja de Túria; en turismo gastronómico, Alboraya, Requena, Utiel, Sueca y Ayora; y, en turismo de naturaleza, Cofrentes, El Puig de Santa Maria, Puçol, Tavernes de la Valldigna, Xeraco y la Mancomunidad de la Vall d’Albaida.

Según fuentes de la Diputación, de esta forma se unifica y reparten equitativamente los recursos del territorio valenciano. Pero Gandia y Cullera tienen su propio espacio expositivo. ¿Motivo? Se lo han pagado de su bolsillo.

Además, en esta ocasión se estrenaba imagen corporativa. La antigua ha durado bien poco. Creada durante la presidencia de Jorge Rodríguez, no gustaba a nadie y así lo escribimos en estas mismas páginas. Se quiso terminar con València Terra y Mar y diseñaron el València-València-València Turisme que contenía un asterisco representando el Rincón de Ademuz. También ha muerto y todos han aplaudido durante el entierro. Ahora es sencillamente València Turisme que representa un turismo sostenible y singular, según manifiestan desde la corporación provincial.

Turismo sostenible dentro de un espacio donde hay ausencias sangrantes. Pueblos que se han negado a acudir y otros que acudían por no hacer el feo pero han comprendido que sus recursos son limitados y han preferido quedarse en casa.

La oferta de la Costera y la Vall

El alcalde de Xàtiva, Roger Cerdà, quien estaba acompañado de la concejala de Turismo, Raquel Caballero, se mostraba satisfecho por la presencia de Xàtiva en Fitur pese al poco espacio existente. Para Cerdà «es importante que estemos aquí y que demos a conocer lo que podemos ofrecer. Es verdad que el espacio puede ser el no deseado pero hay que cambiar el concepto de la feria y comprender que no se viene a lucirse sino a trabajar. A contactar con aquellos que pueden relanzar nuestra ciudad y a estar presentes en todas las feria que podamos. Hemos estado en Barcelona y Valladolid, y Fitur debe seguir siendo un escaparate para relanzar nuestras ofertas. Aquí se presenta Nits al Castell a toda la prensa especializada y mañana [por hoy] daremos a conocer el Espai Borja, un ambicioso proyecto que ira más allá de nuestras fronteras».

«Ontinyent es un destino turístico que va más allá de momentos puntuales y tiene atractivos, posibilidades y oferta durante los doce meses. Somos una ciudad viva y para vivir durante todo el año». Así se manifestaba ayer en Fitur la concejala de Turismo, Sayo Gandia. La regidora mostraba la apuesta de Ontinyent por una desestacionalización del turismo: «los municipios de playa tienen un turismo aparejado inevitablemente al verano, y nosotros lo que queremos es mostrar que somos un destino con citas muy destacadas como los Moros y Cristianos , las fiestas de la Purísima y el Bou en Corda, pero también vida y actividad durante todo el año con otras iniciativas que el ayuntamiento viene impulsando los últimos tiempos: la Fira de Novembre; el renovado Mercado Medieval; la Feria de Tiendas, Tapas y Rock; Ontinyent Ilusiona o el Festival de Circo y Teatro. Además estamos presentando una programación de visitas y rutas guiadas de lo más variada y atractiva», manifestaba ayer la concejala de Ontinyent.