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¿El virus se llama «Corona»?

la estupidez llega a límites tan grandes que nos la cuelan por la escuadra cuando se trata de pandemias, virus que se expanden, gripes que mutan y matan sin que nadie sepa porqué pero todos conocen y esta nueva amenaza mundial que nos acecha las 24 horas del día. Vamos a sucumbir tanto por falta de inteligencia como por estupidez supina y descontrolada.

El corona virus está y siempre ha estado presente en animales que lo han venido transmitiendo, como lo transmite el ser humano; como la gripe común que se cobra miles de víctimas cada año pero que todo el mundo desprecia. «Per a la grip cinc dies de llit, un bon café amb llet i unes quantes aspirines», era el gran consejo de las madres y sigue siendo de las abuelas. Su colega del corona solo ataca mortalmente a los grupos de riesgo, como la normal.

Pero no, aquí y ahora vamos a morir como lo hicimos en la crisis de las vacas locas, la gripe aviar y la gripe A, cuando todavía no han terminado las investigaciones para conocer nombres y apellidos de los sinvergüenzas que se hicieron millonarios fabricando y vendiendo vacunas gracias a otro sujeto de la OMS que decidió que había que cerrar fronteras antes de la muerte colectiva. El tipejo fue capaz de explicar su decisión diciendo que 200 millones de personas morirían en el mundo con esta pandemia. Era el final, y todo terminó pidiendo perdones y disculpas por lo que nos habían metido en la cabeza. No hubo medio de comunicación que no llevase en sus portadas o no abriese sus informativos con mención a aquella temible gripe A. Recuerdo al director de un importante medio de comunicación en un congreso de periodismo sanitario al que asistí afirmar rotundamente: «en 35 años que llevo de profesión nunca vi que nos engañasen de una forma tan sutil y miserable» con la psicosis de aquella nueva gripe. Oído al parche; así fue como ocurrió.

África tiene todas las pandemias posibles en el mundo: tuberculosis, malaria, sida, cólera... y no hacemos ni caso. Debe ser porque los pobres negritos han nacido donde no pidieron, pero eso no nos da miedo. Queda muy lejos de aquí, pero aquí se instala ese terror que es el mayor virus que se puede tener. Cadenas de televisión son capaces de estar cuatro horas seguidas hablando de lo mismo dos semanas enteras. «Más periodismo», que diría aquel. Y avisan de que no se haga acopios de alimentos, provocando precisamente un efecto contrario. «¿Tienen mascarillas? ¿Para qué quiere usted una mascarilla?». Silencio sepulcral.

¿Cerrarán la Colegiata ahora que es de pago? Si nos ponemos chulitos somos capaces de cerrar el castillo, los museos „el FirAll no por que hemos llegado tarde„, todos los lugares públicos, y la Colegiata, esa que ahora nos cuesta tres euros para entrar y mira por donde te metes a pasear dentro de ella y sales infectado hasta las cejas pero de estupidez y bandolerismo, en este caso eclesiástico. El abad debería colocar un medidor de temperatura y escanear a todos los que allí acudan, dicho sea de paso. Al menos daríamos bien empleado el impuesto revolucionario que nos exige la santa madre.

Un ciudadano chino me comentaba la semana pasada que «nosotros, españoles también. No tenemos enfermedad. Estamos aquí ya doce años». Pero ay, amiguete, tienes los rasgos que te delatan y tu vocabulario muy concreto, así que os ha tocado bailar con la más fea y contemplar cómo de nuevo la marginación se convierte en xenofobia y sirve para que la extrema derecha vuelva a pedir el cierre de las fronteras a todos los que no sean de aquí. Ellos si que llevan el show del virus cargado a sus espaldas. Y es que todo lo que suene a "corona" no deja de ser una preocupación. ¿Será que la corona está llena de virus o es que el virus se llama corona?

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