El campo apenas da alegrías últimamente. Tras el golpe que supuso una liquidación irrisoria por la cosecha de Okitsu, el propietario de varias parcelas ubicadas en la partida de Sant Bernat de Alzira se encontró el martes con otra desagradable sorpresa: el robo de más de la mitad de los 255 plantones de naranjos que apenas tres días antes había transplantado en un campo de 4,5 hanegadas tras arrancar la variedad anterior.

Ni la proximidad de una carretera tan transitada como la CV-550 (Alzira-Alberic), con la que linda la parcela, ni de una instalación como la subestación de Iberdrola en las inmediaciones, evitó que unos desconocidos accedieran con un vehículo al campo, a juzgar por las marcas de las ruedas que asoman en la tierra, y arrancaran uno a uno 140 plantones. Únicamente dejaron las primeras nueve filas, las más próximas a la carretera mientras arrasaban con el resto.

«Los plantones venían con maceta y turba, acabamos de plantarlos el viernes por la tarde. Yo vine al campo tanto el sábado como el domingo y estaban todos, por lo que el robo se debió producir bien en la noche del domingo o en la del lunes», relata el propietario del campo, que asegura que cuando el martes regresó a esta parcela se quedó «impactado».

«No me lo esperaba»

«La verdad es que no sabía cómo reaccionar, no me lo esperaba en la vida, dan ganas de llorar», explica. Los autores del robo se llevaron 140 de plantones de cítricos valorados en más de 750 euros. «No es el valor económico, sino todo el trabajo y la sensación de impotencia que te deja», comenta el propietario de la parcela, que el miércoles formalizó la oportuna denuncia ante la Policía Nacional. Considera que la persona que ha sustraído los platones ni siquiera conocerá la variedad.

Otro factor que ahonda si cabe en la decepción que siente tras el robo es la sospecha de que detrás pueda haber otro agricultor o, en última instancia, alguien que compra estos plantones sin etiqueta para sus campos ya que los plantones se arrancan para volverlos a plantar. No tiene intención de recorrer los caminos del término para buscarlos. Lo que sí tiene claro es que no volverá a repetir la inversión en adquirir plantones de la misma variedad.

Mientras la razón le empuja a abandonar los cultivos -la víctima del robo no es un agricultor profesional-, el corazón le anima a mantenerlos. «Soy un romántico del campo, tierra que hemos heredado de mis padres o mis suegros y lo mantengo para seguir la tradición. Soy un apasionado de la agricultura, pero lo único que recibes son golpes», reflexiona. En ese debate interno se impone el corazón y, según relata, plantará naranjos de pie amargo o borde, mucho más baratos, con la perspectiva de injertarlos en el futuro.