Se ha hecho raro el Viernes de Dolor sin la procesión de la cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Xàtiva, y no porque no haya sucedido en más ocasiones a lo largo de los años, principalmente por causas meteorológicas, sino porque la suspensión afecta este año a todos los actos y procesiones de la Semana Santa Setabense, dada la grave situación producida por el coronavirus. La lluvia, en diversos años, había producido la suspensión de una o varias procesiones, pero hay que remontarse a situaciones de guerra, catástrofe o calamidad pública, ocurridas hace muchos años e incluso siglos, para encontrar una situación similar de suspensión de todas las procesiones en la ciudad de Xàtiva.

Y en efecto ésta es una situación de calamidad pública. Sin embargo, a pesar de la suspensión generalizada de todos sus actos, algunas cofradías y hermandades españolas están realizando una serie de iniciativas solidarias que hacen honor a los fines para los que fueran fundadas desde la Edad Media. Entre ellas, las hermandades de la Sangre de Cristo de Zaragoza y Calatayud, que se ocupan de personas fallecidas desde el siglo XIII y que han colaborado, con ocasión de esta contagiosa enfermedad, cuando los servicios funerarios mostraron sus reticencias al no contar con medios suficientes, o donando el material de protección, que tenían reservado para esta función, a los hospitales y comisarias. También, las veinte cofradías y hermandades penitenciales de la Semana Santa de Valladolid han anunciado, recordando sus antiguos fines fundacionales de realización de obras asistenciales y de caridad con los más necesitados, una donación económica conjunta de 20.000 euros destinados a la adquisición de material, equipo de protección y suministros sanitarios para hacer frente a la situación de escasez producida por la pandemia.

Y en el ámbito más cercano cabe destacar que, con las procesiones y actos de las cofradías suspendidos, sus numerosos cofrades también están colaborando, como toda la ciudadanía, desde sus ámbitos particulares y profesionales en esta lucha global contra el virus y sus perjudiciales efectos. En estos días de una Semana Santa atípica, muchos cofrades setabenses están ya hace tiempo bajo las andas del servicio público, atendiendo en los centros de salud y hospitales, en las carreteras, mercados, comercios y servicios esenciales. Exhaustos y exhaustas, sobre sus hombros están llevando el peso de tratar de impedir que la enfermedad se cobre más vidas, trabajando por la seguridad pública o luchando para que lleguen y no falten suministros básicos y alimentos, mientras la mayoría contribuye también permaneciendo en sus casas, una tarea a priori más llevadera pero también esencial y sin la que el éxito de los primeros no estaría asegurado. Y desde el respeto, tanto a las personas que tienen una fe, como a aquellas que no la tienen, también cabría valorar las creencias de las personas sencillas, ahora confinadas, y sus expresiones de piedad popular, representadas en las imágenes de las cofradías de la Semana Santa Setabense que les acompañan desde la infancia, transmitidas por su familia, porque consuelan, confortan, dan esperanza y crean fraternidad en situaciones límite como la que se está viviendo.

Por ello, al aplauso diario, que tal vez estos días coincidiría con la hora de la procesión, se suman cofrades, camareras y portadores, evocando a la imagen titular de su cofradía que reposa en su capilla ahora cerrada y oscura, tal vez iluminada por una pequeña vela que dejó un solitario y anónimo cofrade. Un aplauso que, como las palabras del capataz que en la parte final de la vuelta general, bajo la exhortación de: “«¡Ánimo valientes!», empujan a los portadores y portadoras para vencer al agotamiento pidiendo el último esfuerzo, es fundamental seguir dirigiéndolo y trasladándolo en estos días a todo el personal sanitario, de seguridad y servicios, que también en Semana Santa, se la siguen jugando por la sociedad.