Los sociedades de cazadores de la Costera y la Vall d’Albaida han secundado la reclamación de la Federació de Caça de la Comunitat Valenciana, que ha pedido a la Conselleria d’Agricultura que autorice de forma parcial la actividad cinegética y se permita la caza durante el confinamiento para controlar la sobrepoblación de animales salvajes y ayudar a los agricultores ante los daños que ocasionan en los campos y las cosechas. Los agricultores también habían pedido que se tomen medidas para hacer frente a estos daños. La conselleria acaba de autorizar la caza por control de daños, una autorización que la federación ya ha valorado como «totalmente insuficiente, insatisfactoria y excesivamente compleja que no va a solucionar los problemas de daños a los cultivos», aseguran.

El estado de alarma y la paralización de actividades ha conllevado la prohibición de la caza, en un periodo en el que la proliferación de fauna silvestre se ha acentuado. Las asociaciones de caza de las tres comarcas ven con buenos ojos que se permita la actividad cinegética, de manera extraordinaria. Federico Penadés, que ha sido presidente de la Societat de Caçadors de Xàtiva y delegado en la Federació de Caça de la Comunitat Valenciana, confirma la sobrepoblación de conejos y jabalíes, especialmente, en la Costera, la Canal de Navarrés y la Vall d’Albaida. El cazador explica a Levante-EMV que en zonas de Xàtiva, el Genovés, Canals y l’Alcúdia de Crespins «hay superpoblación de jabalíes y conejos, estamos en preemergencia cinegética por daños de conejos y emergencia por jabalíes». Una situación que motivó que la conselleria concediera el permiso para cazar cerdos salvajes durante todo el año. «Cada año, entre febrero y abril tenemos permiso para cazar animales en cría, pero este 2020, tras advertir del grave problema de la superpoblación, la conselleria dio permiso para cazar todo el año. Pero esa orden se ha suspendido, se ha cortado esa posibilidad de cazar». Además, los cazadores tampoco están realizando las esperas nocturnas, actuaciones en las que acuden a los campos en los que los agricultores requieren su acción para que los jabalíes no accedan a sus bancales. Así, esperan que lleguen hasta estos campos y antes de que entren los cazan.

En la misma línea se expresa Sergio Micó, presidente de la Societat de Caçadors de Fontanars dels Alforins, que señala que en la Vall los mayores problemas los provoca el conejo. Los cazadores actúan para controlar que no haya plaga de estos ejemplares, pero «ahora no estamos saliendo al monte. Ahora cuando comience la viña los daños serán cuantiosos», alertaba Micó sobre uno de los cultivos más abundantes en la comarca. Sergio explicaba que «también hacemos el control depredador del zorro y la hurraca, pero ahora no lo podemos hacer», por el estado de alarma.

Los cazadores llevan un mes y medio sin salir a cazar y con ello sin controlar el aumento de animales salvajes en las sierras y montes del territorio. Ello ha agravado el problema y los jabalíes deambulan por los núcleos urbanos, bajan asiduamente de la sierra hasta los núcleos urbanos. Penadés expone la situación: con la «tranquilidad» actual por el confinamiento, sin movimiento en las sierras y montes, los animales salvajes duplican la cría. «Las jabalinas están pariendo el doble», advierte. A ello se suman que encuentran más alimento en los numerosos bancales y pequeños campos que los agricultores han dejado de cultivar, por los costes en la agricultura. Federico Penadés, que reside en el campo, señala que «por las noches da miedo, de la gran presencia de jabalíes que hay». Y añade, «solo tres cerdos de 50 kilos pueden destrozar toda una cosecha de un campo en una noche. Con el aumento de ejemplares que hay, los daños pueden ser devastadores», alerta.

Sergio Micó apuntaba la necesidad de retomar la actividad cinegética de forma extraordinaria durante el confinamiento por el coronavirus, para «controlar las plagas». Federico Penadés también incidía en que volver a cazar es ahora de vital importancia por la proliferación de animales y los daños que están ocasionando. Una caza, explica, «de manera individual, no acompañados. No se trataría de batidas con 40 o 50 personas, sino con medidas de seguridad. Y una caza en las zonas donde se están produciendo los daños», remarca. «Los cazadores con la caza regulamos y controlamos las especies allí donde provocan los daños. Vamos a la sierra, a los campos y bancales donde los animales salvajes están dañando las cosechas», concluía, destacando la función que desempeñan ante esta problemática.