El impacto de la Covid-19 ha supuesto un golpe duro para nuestra salud, y un golpe de efecto para nuestra sociedad tal y como la entendemos. Y el remedio, en este caso, debe ser mucho mejor que la enfermedad, o que la tan deseada «normalidad». Resulta que estábamos mucho más conectados a nuestro planeta de lo que nos pensábamos. ¿Cambio climático? Nada, un invento de nuestros amigos chinos. ¿Reciclar, para qué? El vecino tira la basura a la hora que le da la gana y dónde le da la gana. Qué pereza, ¿verdad? En fin... Hemos visto como el estado de nuestro planeta nos ha rebotado a nosotros como sociedad. Sin una biodiversidad sana perdemos fuerza y resistencia frente a este tipo de amenazas. La salud de nuestro planeta es fundamental para nuestro desarrollo como sociedad. Y en ese sentido, aunque forzosamente, hemos mejorado.

También nos hemos dado cuenta de lo mucho que estamos conectados a internet, y de la importancia que tiene su accesibilidad y control. ¿Qué habría sido de muchos sectores sin el e-Comerce o sin el «teletrabajo»? ¿Y de nuestra educación sin los webinars o las clases online? ¿Y de nuestra comunicación, entretenimiento y ocio, sin las plataformas digitales, los blogs o las redes sociales? El acceso a internet y el desarrollo digital sigue siendo una asignatura pendiente. Aunque es verdad que hemos mejorado durante el confinamiento. Seguro que más de uno hemos enseñado a nuestros abuelos/padres a utilizar Skype por primera vez. Vaya, parece que la Covid-19 ha hecho más por la digitalización y el cuidado del medio ambiente que cualquier tipo de programa gubernamental… Vivíamos con absoluta «normalidad», con un sistema y un estilo de vida totalmente interconectado e interdependiente. Y esa propia «normalidad» nos ha vuelto más vulnerables cuando nuestro propio sistema y medioambiente falla. ¿De verdad tenemos tantas ganas de volver a la «normalidad»? No queramos volver a la «normalidad» que ignora el cambio climático, el deterioro del medio ambiente y la pérdida de biodiversidad. Tampoco a la «normalidad» que ignora el hecho de que 1 de cada 3 personas no tiene acceso a internet. Y que por tanto no puede implantar un sistema e-Comerce para su negocio, o no tiene acceso para mejorar su educación y formación. O simplemente no tiene los mismos medios de entretenimiento y comunicación, que otra persona que sí disfruta de una buena conexión para hablar por Skype o ver una película en HBO.

Necesitamos redefinir la «normalidad». Necesitamos nuevos roles y nuevos mecanismos de cooperación y protección. Necesitamos repensar cuales son nuestras cuestiones esenciales y cual va a ser nuestro nivel de compromiso. Necesitamos más y mejor acción colectiva, más gobernanza y más unión. Necesitamos un proyecto común. Y conviene recordar que ya lo tenemos. Desde 2015 la comunidad internacional adoptó por consenso la Agenda 2030 para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Un acuerdo participativo, inclusivo y deslocalizado, que dio lugar a los 17 objetivos de la Agenda 2030, desglosados en 169 metas, y a cuyo compromiso se sumaron 193 países. Un compromiso universal para hacer frente a los próximos retos medioambientales, sociales y económicos. Un pacto global con una implementación territorializada y descentralizada. Lo que convierte a los municipios en un elemento esencial para la efectiva aplicación de los ODS, y para la necesaria movilización de la ciudadanía y los diferentes agentes sociales. Dicho de otro modo, el fracaso o éxito de la Agenda 2030 y los ODS, depende en gran medida de nuestras ciudades, pueblos y municipios. Son los municipios los que detectan en primera línea las necesidades de sus ciudadanos. Y son los propios municipios los que deben promover, también en primera línea, la implementación y sensibilización de la Agenda 2030 y los ODS. En este sentido, en el ámbito local, también tenemos que redefinir y repensar la vuelta a la «normalidad».

Xàtiva, como capital de la Costera y ciudad de referencia en la provincia de València, debe adquirir un papel protagonista a la hora de impulsar y sensibilizar los ODS 2030. Miquel Lorente apuntaba muy bien el camino a seguir: unidad de acción. Roger Cerdà ha reaccionado bien, haciendo un llamamiento de unidad de acción a todos los grupos políticos, sindicatos y asociaciones. La respuesta por parte de todos ha sido positiva. Porque la reactivación y estimulación de la economía no es para menos, es clave socialmente y estratégicamente. Pero la implementación y sensibilización de los ODS es esencial. Sin lo último volveremos a la «normalidad» que nos ha vuelto más vulnerables. Volveremos a ignorar el impacto del medio ambiente en nuestra sociedad. Seguiremos sin garantizar bienes como el acceso a internet. Volveremos a las políticas partidistas, a los proyectos electoralistas, a los programas de 4 años. Necesitamos acción colectiva, redefinir metas alcanzables, pactos de ciudad, transversalidad, programas de futuro. Necesitamos un futuro compartido construido con más diálogo, más cooperación y más participación. Necesitamos impulsar el desarrollo sostenible.

Jorge Rafael Herrero es politólogo. Impulsor de la iniciativa Imagina Xàtiva (www.imaginaxativa.org)