Se ha reunido ya, y al parecer lo va a hacer con carácter semanal, una comisión convocada por el Ayuntamiento de Xàtiva para empezar a trabajar en la reactivación de la ciudad. Estamos lejos de cantar victoria en la crisis sanitaria, pero no viene mal esforzarse en definir las vías de recuperación de una ciudad que como tantas otras, afronta una situación económica que roza la tragedia, aunque ciertamente no se hayan puesto todavía sobre la mesa las cifras exactas del desastre.

En esa comisión no va a ser como la de los hermanos Marx que recomendaban formar comisiones para garantizar el fracaso de cualquier proyecto. Participa el Gobierno municipal, la oposición y los agentes sociales y es una apuesta muy seria porque son muy graves los problemas que se han de afrontar. En ese sentido, quizás se podría pensar que le falta gente porque Xàtiva es una ciudad vivida de diversas maneras por muchas personas y toda ayuda es necesaria para resurgir de las cenizas, algo que los setabenses saben hacer tan bien. Más aún, cuando se debería tener la pretensión añadida de aprovechar la oportunidad para impulsar un nuevo modelo de ciudad, que dejara atrás los lastres que la empobrecían y diera paso a una comunidad diversa, sostenible, moderna y culta de la que nadie sea excluido.

Esa es la idea, al parecer. Que nadie debe quedar atrás. Por ello, es obligado que los esfuerzos iniciales, el primer empujón, la primera ayuda se destina a los que más atrás se han quedado. A los que más han perdido, y han quedado más desnudos y expuestos que nadie porque así estaban antes de que sonaran las sirenas y todo lo sucedido no ha contribuido precisamente a mejorar su estado de cuentas.

La primera prioridad debiera ser constatar con toda crudeza y realismo las nuevas situaciones de necesidad aparecidas en materias tan básicas como la comida o el techo por la desaparición de medios de vida sustentados en la economía informal, no reconocida pero que daban de comer a muchas familias. Es prioritario atender a la gente que hace semanas que no percibe ningún tipo de ingreso y no tiene colchón alguno que amortigüe su desgarro económico o asumir la nueva realidad de las familias que se mantenían, casi rozando la exclusión social pero luchando con uñas y dientes para sobrevivir y ahora se ven ahora completamente noqueadas.

A esa gente hay que darles respuesta ya. Esas neveras se han de llenar, esos recibos de la luz y esas facturas de gas, esos alquileres han de encontrar solución. Y no se trata de incrementar la caridad, jodido concepto que siempre resulta humillante porque transita de arriba abajo, sino de hacer un reparto equitativo de lo que se dispone. No se trata de subvencionar por compasión sino de facilitar ese oxígeno imprescindible que ahora tantos necesitan para poder retomar el control sobre sus vidas.

Habrá quien no entenderá la urgencia, incapaz de empatizar con situaciones tan desesperadas. Quien pensará en la intimidad de su conciencia, que merecen ahogarse quienes se tiran al río sin salvavidas. Y a esos habrá que explicarles que no superaremos en realidad la crisis, no seremos mejor ciudad, ni será posible alcanzar el nivel de bienestar al que aspiramos, si no es participado por todos y resultante también del esfuerzo común.

En cualquier caso, la recuperación de una ciudad como Xàtiva está vinculada de forma indiscutible a la recuperación del pequeño comercio y las medianas empresas. Muchas de ellas andan en la cuerda floja, haciendo difíciles equilibrios entre el cierre definitivo y la acumulación de deudas y facturas, con tristes balances sin ingresos, ni ventas, mientras que sus deudas y compromisos financieros siguen vigentes. Son multitud en Xàtiva los y las autónomas, gente valiente que arriesga su capital y aporta su inmenso esfuerzo en una apuesta sin garantías que a veces sale bien, y a veces se estrella contra la dura realidad. Profesionales que se esmeran en progresar, gente joven que desde la nada quiere hacerse su hueco de futuro y que ahora han naufragado ante una tormenta perfecta que ha desbancado todas sus posibilidades.

Con ellos y para ellos se ha de establecer la hoja de ruta que permita construir una Xàtiva moderna pero respetuosa con el pasado, sostenible en su relación con el entorno, diversa en su modelo productivo, justa en el reparto de la riqueza. Una ciudad con pasado y con futuro que siempre pueda presumir de que, cuando vinieron mal dadas, hizo el esfuerzo necesario para hacer de la desdicha, oportunidad, actuando con inteligencia para deshacerse de modelos obsoletos y con generosidad para no dejar a nadie atrás.