Hoy he bajado a Ontinyent porque teníamos una reunión mi primo Vicente y yo y he aprovechado para recoger la lotería. Desde marzo que no había pasado. Pregunté el otro día si se habían celebrado los sorteos. Me dijeron que no se habían realizado aún, pero los números sí que han ido saliendo, aunque se han modificado las fechas. De tal modo, que los del mes de abril pasan a tener fecha de junio. Y los de junio, julio. En agosto ya serán de acuerdo a la fecha del sorteo que corresponde. También la COVID-19 ha afectado a la lotería nacional. He llamado un par de veces al timbre hasta que Pura me ha abierto la puerta. Vive en la planta baja, en el mismo edificio donde tienen la peluquería. Tenía un montón de décimos por recoger. Cuando me los ha entregado, se ha emocionado. Yo también al verla después de tanto tiempo. Quería haber llamado a su hija para preguntar por ella, tras estos largos meses de confinamiento.

Todas las semanas me guardan los números. Da igual que pasen meses. Pura me dice que conmigo están tranquilos. Mi padre ya jugaba a este número y a otro, que lo llamaban el loco porque cada semana era uno distinto. Yo he continuado jugándolo todos los sábados desde que falleció mi padre en 2005. Ya 15 años y se resiste a salir. Después de más de 40 años abonado al número 32.589, ya no van a poder seguir trayéndolo de València. Se acumulan muchos números y hay gente que no pasa a recogerlos, pese a tenerlos reservados. Estamos hablando de mucho dinero porque hay décimos de seis euros, pero también de 12 y de 15. Y es Puri quien tiene que hacer frente a esos pagos. Seguro que si toca, sí que se acercan a recogerlo, pero mientras tanto se van acumulando y los décimos hay que pagarlos cuando van a recogerlos o los traen de València con el consiguiente desembolso económico. A partir de ahora este mismo número podrá adquirirse en un bar cercano al ayuntamiento.

Yo tampoco he podido contener la emoción cuando me lo ha dicho porque conozco a Pura muchos años y sé lo que siente al no poder continuar con el número después de tantos años. Es de las mejores personas que he conocido en mi vida. Me han venido a la cabeza recuerdos de cuando su marido José Vaello estaba al frente de la peluquería y mi padre bajaba a arreglarse el bigote. Yo también iba a cortarme el pelo. Recuerdo cuando me pasaba la navaja por las patillas para igualarlas. Me pasaba la brocha con agua caliente. Pura mantiene casi intacto el cuarto donde su marido trabajaba como peluquero. Aún conserva el sillón frente al espejo, en el mismo sitio que estaba, al igual que el sombrero que Pepe se solía poner. Cuando he salido tenía una llamada de su hija Puri. He hablado con ella. Su madre le había llamado después de irme yo, muy emocionada. Me ha contado que ha pasado todo el confinamiento en el piso sola porque no se ha querido ir de allí. Sus hijos le dijeron que se fuera con ellos al campo, pero ha preferido quedarse en el piso donde ha vivido toda su vida.