la celebración de grandes festivales de teatro estivales, que desde hace muchos años se organizan en ciudades monumentales e históricas de España, es una buena noticia dentro de la situación de alerta sanitaria como consecuencia de la pandemia de la COVID-19. Con mucho trabajo, todas las medidas de seguridad y siguiendo las recomendaciones sanitarias, con aforos reducidos y un menor número de espectáculos en su programación, su celebración va aliviar también las penurias económicas de las ciudades sede, agravadas por esta crisis global, dinamizando y generando empleo en el necesitado sector cultural, además, de ser una magnífica herramienta de promoción turística de los destinos de cara a su reactivación.

Destaca el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, iniciado en el escenario del magnífico teatro romano en los años 30 del pasado siglo XX, en una ciudad que había perdido su glorioso pasado y que apenas llegaba a los 20.000 habitantes. Entre el 22 de julio y el 23 de agosto, las representaciones se extienden a las subsedes de Medellín, Regina y Caparra, con un aforo del 75%, desinfección de espacios, mascarilla obligatoria y gel hidroalcohólico que se distribuye al público, y accesibilidad para personas con diversidad sensorial funcional.

También el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro (8.900 habitantes) se está celebrando entre el 14 y el 26 de julio con la participación de 26 compañías teatrales. Curiosamente, el festival cuenta este año con la Comunitat Valenciana como como comunidad autónoma invitada y la colaboración del Institut Valencià de Cultura.

En el ámbito de la Comunitat Valenciana se está celebrando el Festival de Teatro Clásico de Peñíscola en el castillo del Papa Luna Benedicto XIII y en agosto será el turno del Festival Sagunt a Escena también en el teatro romano.

Mientras, el visitante que pasea por la frondosa Alameda de Xàtiva se detiene al llegar frente al imponente Gran Teatro, de moderna construcción y presupuesto millonario, y se pregunta, mirando hacia el cinturón de murallas que baja desde su castillo, si una ciudad histórica y monumental como ésta, con tan gran y visible equipamiento, organizará algún gran festival estival de teatro. Tal vez buscará en internet y todo lo más que encontrará será un festival llamado Nits al Castell, suspendido este año a causa de la COVID-19, incluso con la financiación del ente autonómico Culturarts, que en sus veinte años de historia, con diversos vaivenes en el planteamiento de su programación, no ha conseguido adquirir una personalidad propia definida, ni trascender más allá de un público local, a pesar de su discreta presentación en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, FITUR.

La ciudad que al tiempo de la construcción de su flamante megateatro, por influencia política „al igual que décadas antes por su referencia en Madrid, hoy pérdida„ pudo y no quiso sentar las bases para organizar un buen festival de teatro estival en relación con su magnífico conjunto histórico-artístico „el de la segunda ciudad del Reino de Valencia durante siglos„, mira resignada hacia todod esos otros festivales para los que sí existe decisión e iniciativa, y apoyo de la Generalitat Valenciana en estos tiempos, además, de prevención sanitaria.

Tal vez los actores setabenses que actúan en Mérida y Almagro podrían contar a los responsables teatrales municipales lo que han visto en cuanto a trabajo de organización en los mejores festivales de teatro de España, junto a otros detalles de las ciudades medias anfitrionas como, por ejemplo, que las dos poseen un parador estatal de turismo como alojamiento de calidad que aplica los mejores protocolos de seguridad COVID-19 del mundo en turismo.

Propuesta. Xàtiva no tiene un gran festival de teatro y la única esperanza son las declaraciones de Maruxa Duart, con motivo de la representación de una obra sobre el médico setabense Lluís Alcanyís, en las que habla de una idea ambiciosa presentada al Ayuntamiento de Xàtiva hace ya dos años para «promover un Festival Internacional de Teatro Ciudad de Xàtiva» con el apoyo de universidades nacionales y extranjeras y la participación de países invitados. Mucho habrían de ganar en competencia y aplicación los responsables culturales municipales para que la idea fuera una positiva realidad. Confiemos.