La calidad y el caudal del Cànyoles a su paso por diversos puntos de la Costera es insólita de unos años a esta parte, ya que ha mejorado mucho en ambos aspectos. Muchos recordarán que en los años 70 y 80 el río llegaba a estar coloreado y su olor era nauseabundo por la falta de depuradora en Canals, localidad que en plena efervescencia industrial vertía directamente. En Vallés era frecuente el baño; también en la Granja. Pero en puntos como el de la imagen, en Sorió (Xàtiva), nadar en el Cànyoles ha sido una práctica insólita en las dos últimas décadas. En la imagen, Antonio Agustí, «Bolincho», y su perro «Coco» esta semana en el río, disfrutando de un refrescante baño.