Aunque sin Fira d'Agost por primera vez en los últimos 82 años, algo fue igual en la noche del pasado viernes que en los 14 de agosto de las últimas décadas: un imponente castillo de fuegos artificiales disparado por Caballer iluminó la noche de Xàtiva. El único acto, junto a dos exposiciones, que se ha salvado de la programación suspendida por la crisis sanitaria sirvió para que al menos durante unos minutos la ilusión ferial estuviera viva y la nostalgia por las calles repletas se pudiera mitigar.

El castillo se disparó desde el aparcamiento del pabellón polideportivo Francisco Ballester, a las doce en punto. En el restaurante de la Ciutat de l'Esport había cenado una comitiva municipal con el alcalde, Roger Cerdà, a la cabeza. Ellos y el resto de comensales disfrutaron del disparo desde fuera del local, muy cerca de la zona de la instalación pirotécnica.

Los castillos de la inauguración y la clausura de la Fira se disparan desde un punto (la calle Angel Lacalle) que favorece la visión de los miles de espectadores que acuden al campo de fútbol a presenciar los espectáculos de cada una de estas dos veladas. Pero encajonado entre edificaciones, es un castillo que disfruta de una visibilidad más que cuestionable si no es desde la Murta. Pues bien, la insólita ubicación de este castillo del pasado viernes „tan separadamente del casco urbano y de sus altos bloques de viviendas„ favoreció de manera muy notable su vistosidad y su radio de visión. Además, sin tanta barrera visual también se pudo ver excepcionalmente bien desde municipios como la Llosa, Llanera, Rotglà i Corberà, la Granja de la Costera... En Xàtiva, decenas de personas se apostaron en puntos como el puente de Beata Inés, el Bellveret, el Calvario Alto o en zonas de huerta del término.