Paloma Gramage, responsable de la empresa ontinyentina Casa Mediterrànea 1967, asegura que «trabajar en conjunto nos permite tener más capacidad de mediación y de compra así como de reacción» e insiste en el hecho que «trabajar unidos es esencial en esta situación de pandemia que vivimos». Por su parte, Miguel Ángel Molina, de Mila-Rosa, considera que «a pesar de que hemos aumentado las capacidades productivas, para optar a grandes contratos con el Gobierno de España o la Generalitat las licitaciones son muy rápidas y los pedidos muy grandes. Ir juntos en esta UTE entre un grupo de empresas con muy buenas sinergias, todo siempre bajo los estándares de la Agencia Española del Medicamento, nos da nuevas posibilidades», expresó ayer en el mismo comunicado.
Molina destacaba también la importancia del valor añadido de los productos elaborados en la Comunidad Valenciana por lo que respecta a aspectos como la proximidad, el ahorro energético o la generación de puestos de trabajo en el ámbito local, y agradecía el apoyo «de personas y entidades como el Ayuntamiento de Ontinyent, que desde un primer momento ha creído en este valor añadido», añadió el empresario.
Un total de 46 empresas
Mila-Rosa SA y Casa Mediterránea 1967 SL pertenecen al Clúster Textil Sanitario de Ontinyent impulsado por el ayuntamiento y ATEVAL en los peores meses de la pandemia con el fin de dotar a la población y a los profesionales del sector sanitario de material de calidad elaborado en la Comunidad Valenciana para hacer frente a la pandemia. Las 46 empresas que lo integran suma una capacidad de producción mensual superior a los 15 millones de mascarillas y 400.000 batas, tras adaptar sus líneas de producción a la pandemia.