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Anna se une a un misionero para construir unos salones parroquiales en Nicaragua

Feligreses de la iglesia de la localidad de la Canal recaudan fondos para el proyecto de Enrique Molina en el municipio nicaragüense de Comalapa

Acto religioso en el salón parroquial construido en Nicaragua con la ayuda de Anna. | AVAN

El inmenso océano Atlántico y los más de 8.700 kilómetros que separan Anna de Comalapa (Nicaragua) se han estrechado en el último año. Las parroquias de ambos municipios, la Inmaculada Concepción del pueblo de la Canal de Navarrés y la de San Patricio, en el municipio nicaragüense, se han unido en un proyecto misionero para construir unos salones parroquiales en la ciudad del país centroamericano. Los feligreses de Anna han recaudado fondos durante un año, que han hecho llegar, a través de la Fundación Ad Gentes del Arzobispado de València, al misionero Enrique Molina, natural de l’Alcúdia de Crespins y que ejerce en la parroquia de Comalapa, para la construcción del edificio religioso. Un inmueble para celebrar retiros, talleres y formación para las comuniones y confirmaciones de la parroquia de San Patricio, que acoge a más de 8.500 feligreses, 6.000 de ellos de zonas rurales del departamento de Chontales de Nicaragua, donde se encuentra Comalapa.

El proyecto nació de Joaquín Civera, párroco de Anna el año pasado. Ahora ejerce en Albalat de la Ribera y Polinyà de Xúquer. Civera impulsó la iniciativa a través de Cáritas de Anna, un grupo reducido y de gente mayor. Ante ello, el párroco necesitaba la incorporación de más personas al proyecto y se encomendó a los jóvenes de la localidad de la Canal de Navarrés, que se implicaron en la iniciativa. La parroquia formó, así, un grupo de unas 30 personas con Cáritas, jóvenes, cofradías, juniors, grupos de catequesis y confirmación, que organizaron actividades para recaudar dinero. A través de Ad Gentes contactaron con la parroquia de Molina en Comalapa, con la que fomentaron la comunicación para desarrollar el proyecto. Los participantes de las dos parroquias se han estado enviando fotografías, mensajes por Whatsapp, vídeos del proceso constructivo y de las celebraciones realizadas en los salones, a través de Facebook, que los feligreses de Anna pudieron ver a través de la pantalla del templo, en las celebraciones en la parroquia, según señalan desde Avan, la agencia del Arzobispado. «Lo más bonito de todo es que durante este año, las personas de Anna que ayudaban podían ver los rostros de las personas a las que llegaba esa aportación, gracias a mensajes y fotos. Han podido ver cómo los salones parroquiales se iban construyendo, ladrillo a ladrillo», resalta Joaquín Civera. El párroco expresa que «ha sido una colaboración muy estrecha que, desgraciadamente, el pasado mes de marzo se paralizó por culpa de la pandemia, aunque seguimos manteniendo contacto después y ayudando en la medida de nuestras posibilidades», explica Civera, quien afirma que «la experiencia ha sido muy enriquecedora».

Visita de Molina a Anna

Esta comunión entre las dos parroquias, hasta ahora a distancia, se materializó presencialmente el pasado fin de semana, cuando el misionero Enrique Molina visitó Anna para agradecer en persona la solidaridad mostrada desde la localidad. Molina regaló a la parroquia de la Inmaculada Concepción de Anna un copón de madera hecho a mano por artesanos de Nicaragua. Los anneros, a su vez, le sorprendieron a él, tras la misa del pasado sábado, con la entrega de donaciones (una de 1.500 euros, de un particular anónimo) para sufragar las obras pendientes en San Patricio. Molina explicó que con este dinero «podemos realizar la instalación eléctrica en los salones parroquiales, ya que hasta ahora no hemos podido y las actividades las hacemos a la luz del día». En el edificio también faltan muebles, baldosas y ventiladores, entre otros elementos, ya que el inmueble «cuenta con lo básico».

En el proyecto de los salones parroquiales de la localidad de Nicaragua, además de la parroquia de Anna han participado las de l’Alcúdia de Crespins, pueblo natal de Molina, y la de la Pobla de Farnals, así como amigos y conocidos del misionero en la diócesis de València. Enrique Molina expresa que «nos gustaría seguir manteniendo el contacto con Anna y su parroquia, y que el proyecto siga adelante. Parece ser que el administrador parroquial actual también quiere mantenerlo», asegura. «Ojalá sea así, porque necesitamos esta ayuda y toda la que quieran prestarnos las parroquias de la diócesis a través de la Fundación Ad Gentes», concluye el misionero.

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