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DIMARTS MERCAT

llamar a la desobediencia

Se les ocurre lanzar este órdago desde Catalunya o el País Vasco y no solo les aplican el 155 sino también el 147, el 498, el 238, e incluso les acusan de ser los causantes de la crianza del toro que mató a Manolete. Se les ocurre, así de pasada, y los presos del procés son condenados no a quince sino a prisión permanente revisable sin permisos penitenciarios. Actitudes mucho más democráticas y mensajes menos “duros” provocaron acusaciones contra el independentismo que ponían la carne de gallina e incluso hoy en día sigue siendo motivo de ataques furibundos por parte de la derecha más reaccionaria.

Que la justicia no es igual para todo está más clara «que la clara d’ou» que cantaba Pi de la Serra, y es que llamar a la desobediencia civil, como el que tiene más razón que un santo, no deja de ser provocativo, y lo que es peor, que se les consienta todavía es más grave. Los responsables del PP de Madrid anuncian a bombo y platillo que no van a cumplir la ley Celaá, y lo hacen sabedores que están llamando a la desobediencia de algo que no pueden dejar de cumplir. Las leyes, nos gusten o no nos gusten, están para cumplirlas, y a quien no les guste pueden optar por acompañar al campechano por los Emiratos Árabes o retirarse a meditar cerca del Tibet.

Además lo hacen, como viene siendo habitual, con la mentira como bandera (mira que les gusta la banderita) y focalizando en frases sueltas y fuera de contexto, aspectos de la ley que no les gusta. Es que dejar a los amiguetes sin el chollo de la privada es mucho pedir. Hacer cumplir la ley de nuestra riqueza lingüística también les amarga el dulce (pese a que figura en la Constitución) y hacen lo posible y lo imposible para falsear los textos y de esta forma esconden que en la nueva Ley la escuela concertada dejará de impedir que los niños/as sin recursos puedan acceder a estos colegios. Se acabó lo que se daba y mientras hayan plazas en la escuela pública, tendrá siempre la preferencia.

Y en cuanto a la religión, esta no será evaluable, lo que ha encendido los ánimos del cardenal Cañizares y sus secuaces, que hablan de abortos y chorradas semejantes, en una clara demostración de que ya no están para esos trotes y que alguien debería llamarles al orden de que se preocupen de abrir las puertas de las iglesias y dejar que la gente que pasa hambre y frío pueda tener un sitio donde comer y donde dormir. La desfachatez llega a tales extremos que se ha grabado un vídeo pagado con dinero público donde se utilizan niños de educación especial contra la ley Celaá.

Llamar a la desobediencia es un acto tan irresponsable que alguna fiscalía debería intervenir cuando Casado o la Heidi del abuelito vuelvan a decir una palabra al respecto. ¿Se imaginan llamando a la desobediencia de pagar los impuestos? ¿Se imaginan copiar al tarado de Trump llamando a no aceptar resultados electorales? ¿Cómo se pueden presentar como partidos de Estado cuando no creen en él si no son ellos los que mandan? Alguien dijo: «vamos a dejar caer el país y después ya lo levantaremos nosotros». Así son los pensamientos y las actitudes políticas de muchos, en unos momentos donde los muertos se siguen contando por miles y los contagios incontables. Cuando más falta hace la unión y seguir el mismo camino.

Y por estas tierras seguimos encerrados y nuestros edificios públicos precintados a cal y canto. Necesitaba un libro pero la biblioteca me da con las puertas en las narices y me remite a tomar un gin-tonic en alguna fiesta ilegal, que allí si que puedo entrar. No me dejan ver exposiciones en la Casa de Cultura ni teatro en el Gran Teatre, pero puedo sentarme en una mesa a medio metro de mis vecinos sin ningún problema tragándome el humo del Marlboro. Para navidad seremos seis o diez en la mesa porque la policía irá casa por casa contando los comensales y ay de quien incumpla la norma. Por cierto, ¿han servido para algo estas normas anunciadas en la pantalla de plasma municipal tan de moda en estos tiempos sin aceptar preguntas? Impacientes esperamos resultados.

Y si tenemos un ratito mientras hacemos la digestión, igual podemos acercarnos al Belén que a 25 de noviembre solo tenía montadas dos vallas de Cerveza Turia. El resto lo sacaran un día de estos de los almacenes, lo adornaran con grava y arena y aquí paz y allá gloria. No ha salido mal el negocio de 35.000 euros. Falta que lo bendiga Cañizares. ¡Qué cruz !

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