Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

DIMARTS MERCAT

La fragilidad de la memoria

la fragilidad de la memoria

Dicen que la memoria es muy débil cuando se trata de recordar aquello que no terminó de gustarnos y sin embargo es fuerte cuando se trata de no dejar escapar los recuerdos que en cierta medida forman parte de nuestro quehacer diario, del pasado y del presente. Nos hacemos fuertes para mantener en formol momentos mágicos de nuestra vida o quizás no tan mágicos pero que formaron parte de nuestro moldeado. «Tens més memòria que un tísic», decía mi madre cuando ponía encima de la mesa aquella situación concreta que nadie esperaba, y espetaba un «tens memòria per a lo que vols» cuando yo aseguraba no recordar nada de nada de aquella noche de verano cuando descubrí el sexo escondido entre las cañas de los campos cercanos al campo de la Murta y me pillaron. Que me quiten lo bailado —pensé— pero cubrí el recuerdo con una capa de arena y cemento donde solo entraban, y entran, los elegidos.

Tenía que ser precisamente cerca de la Murta, en aquel campo donde descubrí que un jugador de fútbol era más que una persona. Era un ser que encantaba, que sufría como nadie había sufrido nunca cuando retorcido de dolor rodaba sobre si mismo con el menisco destrozado que milagrosamente curaba con el “agua mágica” del masajista. Que todos nos parecían súper héroes y nos cubríamos la cara y agachábamos al mismo tiempo, cuando el balón de cuero nos rozaba camino del patio del instituto lanzado por el delantero torpón de la UD Alzira. En ese mismo momento el portero Cháfer gritaba al orden y desde la delantera Juano, Serra, Sierra y Franquito volvían a sus posiciones. Y más tarde lo harían Vercher y el fornido José, con el cual coincidí en una habitación del hospital Lluís Alcanyís y me contaba su paso por el Olímpic y el Levante de Johan Cruyff. Allí nos dimos cuenta de cómo los recuerdos viven al paso del tiempo y cómo nos hacemos mayores sin darnos cuenta. Como es imposible olvidar a Kikito lanzando un penalti pactado con el portero o como acudir al Bar Los Arcos los domingos por la tarde-noche donde colocaban una pizarra con el resultado del Olímpic a domicilio.

Por eso, actos como el homenaje al ascenso del equipo de Xàtiva en tierras castellanas no deja de ser un necesario reconocimiento a la memoria. Probablemente no estaban todos los que fueron, pero en el fondo tampoco importa, porque dentro de 50 años habrán otros homenajes a otros momentos que ahora parecen triviales, pero se recordaran con letras de oro y otros con tipografía de bronce como la aplaudida campaña Reactivem Xàtiva. Bons de Consum Local, donde tú inviertes por valor de 50 euros y compras por 100. El ayuntamiento paga esa diferencia y lo hace con tu propio dinero, o sea, con los impuestos que tu ya has pagado. Esa economía local no es tan bonita como la pintan porque si todos los pueblos hacen lo mismo (que algunos ya lo están llevado a cabo), resulta que solo compraríamos en nuestros pueblos y ciudades, y aquello de “ciudad de servicios” pasaría a mejor vida.

Además, los 50 pavos que te “regalan” tienen retención fiscal y habrá que sacar cuentas con el fisco en el próximo ejercicio. Evidentemente no será igual que las cuentas del emérito, que menudo pájaro está hecho el Borbón y que viene a demostrar que aquí el que no corre vuela y el más tonto tiene una VISA en negro que es lo que se lleva. Y encima hay quienes defienden que el Juan Carlos tiene que volver a su casa que es la Zarzuela después de haber robado a todos los españoles. Aquí a chulos no nos gana nadie y a corruptos estamos llegando a la meta de la insensatez. Tan insensatos como para culpar a los migrantes del incendio que acabó con la vida de algunos en la nave que servía de inhumana cabaña donde resguardarse allá por Badalona. Ellos no tenían derechos.

Así que más vale que sigamos recordando las internadas de Sarrión por la derecha; la robustez de Navarro; el juego bonito de Palonés; las faltas directas de Vasconcellos y Susaeta; las paradas de Cháfer y Martínez Puig; los goles de Serra, Sierra, Albiol, Juano.... Más vale que eso impregne la memoria de imborrables imágenes y de concebir el fútbol como un elemento necesario para seguir pensando en lo que fuimos, pero sobre todo en lo que queremos ser dentro de una sociedad lamentablemente rota e insolidaria.

Compartir el artículo

stats