Mientras la borrasca Filomena causaba estragos en el interior de la Península Ibérica, con un histórico temporal de nieve y frío que, además, seguramente ha producido graves daños en el ya precario estado de abandono de muchos antiguos y valiosos monumentos de zonas rurales —aunque los innumerables reportajes en los medios de comunicación ni siquiera se han fijado ello—, en Xàtiva, los coletazos de este temporal con lluvia producían la caída de más letras de la fachada de la histórica posada del Pescado y también de un rótulo conmemorativo del conjunto conventual de Sant Onofre, el nou.

En el mes de abril de 2015, cayeron las primeras letras de cerámica antigua del rótulo «Posada del Pescado», ubicado en la desvencijada fachada de un antiguo edificio histórico en la plaza del Mercat, dentro del conjunto histórico-artístico de Xàtiva. Con un importante valor etnológico, por el testimonio que daban sobre la ancestral tradición comercial y hostelera de la ciudad, se hicieron añicos contra el suelo y allí quedaron sus restos esparcidos a la vista de todo el mundo, hasta que un vecino dio el aviso y fueron recogidos y depositados en el museo municipal sin que se sepa, a día de hoy, si fueron convenientemente restauradas o se encargó una réplica artesana a talleres expertos con los mismos materiales.

Escribía por entonces en esta misma columna de opinión, en un artículo titulado Caída de letras de la Xàtiva histórica, que: «La caída de las antiguas y bonitas letras de la Posada del Pescado, al igual que los desprendimientos continuos de cornisas, de potentes aleros de madera y teja moruna, y los desconchados en fachadas palaciegas y monumentos, simbolizan el desmoronamiento de una política que ha despreciado el centro, la historia y la cultura de nuestros antepasados…»

Fue pasando el tiempo y sobre la que fue magnífica Posada del Pescado se anunciaron proyectos, con su rehabilitación, que no se llevaron a cabo, hasta que se volvió a colgar el cartel de venta ante las oxidadas rejas de sus desolados balcones. Mientras, el estado de deterioro de las letras que quedaban, formando la palabra «Pescado», y su soporte se agravó. Se podía comprobar a simple vista y nadie hizo nada, pese a los avisos al Ayuntamiento. De nuevo, algunas letras se han venido abajo, rotas y caídas sobre los hierros del triste esqueleto de uno de los balcones. Quedan —no se sabe hasta cuándo—, las letras «DO», como iniciales de un mudo mensaje denunciando Desidia y Olvido, a las que, a duras penas, acompaña el pez, que parece ahorcado, tal vez como una decimonónica metáfora irónica del edificio y su futuro.

Casi al mismo tiempo, en la plaza de Sant Pere, en el que fue antiguo convento de franciscanos alcantarinos de Sant Onofre, el nou, edificado tras la quema de Xàtiva, en sustitución del asolado Sant Onofre, el vell, que se levantaba junto a las murallas de Levante, se producía un desprendimiento por la lluvia en la vía pública, afectando a una parte del alero suroeste del tejado, en el que se hallaba una antigua inscripción policromada referida al año 1725 como fecha de terminación del edificio. Una pérdida casi irreparable en un edificio municipal en el que hace poco se restauró un fresco. Uno de esos muchos rincones con encanto del casco antiguo en el que los guías de turismo captaban toda la atención de los visitantes al indicarles la curiosidad de la pintura como riqueza histórica de una ciudad que nunca deja de sorprender a quien se detiene a contemplarla pausadamente.

Y lo peor de todo es que estos tristes episodios, a los que —de no mediar una decidida reacción de supervisión municipal que no se atisba—, seguirán seguramente otros de su misma índole, reflejan la incapacidad más absoluta en el ámbito de la vigilancia, gestión y actuación sobre el destacado patrimonio cultural de Xàtiva. Un problema que no se soluciona, ni por sí sólo, ni, por mucho que en el ámbito político-mediático se tienda a creer, eliminando de la escena al mensajero que lo cuenta, como tristemente está ocurriendo, últimamente, y cada vez con mayor frecuencia.