MATISOS DISCORDANTS

Volver a comenzar de cero en la Plaça del Mercat

Antonio Martín Llinares

Hace unas semanas se publicaba en las redes sociales un vídeo de la Plaça del Mercat y alrededores. Eran los días del cierre perimetral de la ciudad de Xàtiva, motivado por el grave incremento de los contagios de la Covid-19, y las imágenes mostraban, en un sábado, ya de noche, una zona completamente desierta y muerta. Llamaba la atención que el vídeo comenzaba en la parte final del antiguo Carrer de les Botigues, la —hasta la llegada de las medidas más restrictivas de cierre— llamada y criticada «zona cero», por las imágenes y situación de saturación de las terrazas en esta estrecha vía pública, ante la que la más elemental sensatez y prevención recomendaba no pasar y dar un rodeo por otras calles, en estos difíciles tiempos de miedo al contagio.

Los breves comentarios del autor del video en el que quedaba patente en este caso, vista la desolación, que una imagen vale más que mil palabras, invitaban a una reflexión sobre el hecho histórico del inusual ambiente de vacío en estas populosas calles del ocio nocturno, y conminaba a recordarlo cuando pase el tiempo y esta coyuntura de crisis.

Corrían los primeros meses del año 1996 cuando la Plaça del Mercat se preparaba para cambiar su planteamiento urbanístico, eliminando las estructuras fijas con cubiertas de puestos de mercado que la recorrían de parte a parte, de las que contaban que cuando se inauguraron, la autoridad asistente comentó en voz baja al alcalde de la época que esperaba que Xàtiva le perdonara por lo que había hecho en aquella plaza.

Se albergaban muchas esperanzas, hace ya 25 años, para que la bella plaza porticada pudiera convertirse en un espacio cultural y de esparcimiento que contribuyera a revitalizar el casco antiguo, que ya mostraba preocupantes signos de decadencia. Tal vez una plaza mayor de Xàtiva, gracias a un encuentro respetuoso y compatible de voluntades; la de la actividad comercial, hostelera, profesional y de servicios, con la residencial y experiencial de antiguos vecinos y vecinas ya mayores y la incorporación de familias, jóvenes y de toda persona que valorara el privilegio de poder vivir en el emblemático corazón histórico de la ciudad. Se trataba de evitar que la plaza languideciera al ritmo de un casco antiguo que iba despoblándose y arruinándose.

El paso del tiempo ha constatado que no se han cumplido las expectativas y poco se ha hecho para que se cumplieran. Incluso estos años, las promesas electorales, en forma de proyectos para la plaza, han evidenciado un planteamiento pobre, nunca integral y muy alejado de las necesidades urgentes e inaplazables de un centro histórico, plasmadas en aquel manifiesto para la recuperación del centro histórico de Xàtiva que se firmó, pero que no se ha plasmado más que en una interesada atención sectorial a determinadas actividades. La plaza del Mercat es centro histórico pero el conjunto histórico de la ciudad, con sus valiosas peculiaridades, va mucho más allá de la plaza y no es aceptable esta mentalidad simple y reduccionista de actuación municipal.

La cruel situación de cierre de la hostelería por la pandemia ha puesto encima de la mesa la vulnerabilidad del modelo de actividad desarrollado y fomentado en la plaza estos años para sustituir a su función mercantil de siglos. La prueba fehaciente, que se está pudiendo ver durante las restricciones más extremas, en las que, en cambio, la actividad esencial sí está permitida, es que poco o nada hay de actividad esencial, desde hace tiempo, en la plaza y sus calles adyacentes.

Por eso, tal vez sería el momento de comenzar a impulsar diversos planteamientos de actividad más sostenibles y enriquecedores para la plaza del Mercat, porque a esta pandemia, anuncian los expertos, seguirán otras similares a medio plazo. Y como se ha demostrado en exitosas fórmulas de pequeñas economías a escala, con actividad esencial, apoyada por una consistente ciudadanía residente, con un complemento foráneo a través de las nuevas tecnologías, se puede emprender, de otra manera, en el centro histórico de Xàtiva. Y en este ámbito, tal vez, deberían ser mucho más sensibles las políticas públicas de apoyo y subvención, porque revitalizar y rehabilitar, con garantía de futuro, el conjunto-histórico artístico formaría parte, sin duda, del fortalecimiento del «escudo social» de la ciudad.

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