Psicología local frente a la crisis de la tercera ola
Ayuntamientos de las tres comarcas abren servicios de atención psíquica para la ciudadanía

Psicólogo del «Jovement», el programa específico para jóvenes abierto en Xàtiva | PERALES IBORRA / Adrián Gisbert. Ontinyent
Adrián Gisbert. Ontinyent
La semana pasada se cumplieron once meses desde el inicio del Estado de Alarma en España, una medida cuya implantación supuso el punto de ruptura a partir del que nada volvió a ser como antes. Pese a que ya ha empezado el proceso de vacunación, no se albira aún el final de este periodo. Las consecuencias psicológicas del aparentemente inacabable bucle epidemiológico ya afectan a la población; en el caso de nuestro territorio, es probable que con mayor incidencia, debido a las elevadas cifras de contagios y muertes con las que los vecinos y vecinas del Departamento Xàtiva-Ontinyent han vivido día tras día. Frente a todo ello, varios ayuntamientos de las tres comarcas han potenciado en 2021 los servicios municipales de atención psicológica, una ayuda que se convierte en salvavidas en medio del tsunami de la tercera ola, y que pese a ser un servicio novedoso en muchas localidades, está siendo muy recurrido.
Ontinyent fue uno de los primeros consistorios que puso en marcha su servicio de acompañamiento psicológico, ya el año pasado. Está enfocado, desde su origen, a la atención a personas mayores. «Específicamente, es una ayuda para combatir la soledad. Antes, los ancianos de Ontinyent lo hacían con actividades sociales, pero la pandemia les privó de ello desde el principio. Era importante encontrar otro modo para cubrir ese hueco», explicaba a este diario Charo Guerola, psicóloga municipal y una de las encargadas del programa ontinyentí, con el que se mantiene un seguimiento sobre una lista de personas consideradas vulnerables. En la tercera ola, sus contactos no cesan: «La tristeza y la fatiga emocional ha aumentado con el paso de los meses. Ven que ya hace un año que empezó todo y no ven el final, te dicen que su vida está acabándose, que este tiempo no podrán recuperarlo… Que prefieren mil abrazos, a vivir un año más», expresaba Guerola, recordando conversaciones que ha tenido con las personas atendidas. Una simple charla, afirma, mejora en gran medida su estado emocional, algo que transmiten ellos mismos. «Pueden hablar de otras cosas que no sea el Covid, te cuentan historias de su vida... Saben que hay alguien al otro lado de la línea».
En Xàtiva, el pasado mes de enero iniciaron otro servicio psicológico específico. En su caso, presencial, y centrado en los más jóvenes de la capital de la Costera. Andreu Sanchis, psicólogo de la Unidad de Prevención de Conductas Adictivas (UPCCA), es uno de los especialistas de este Jovement, un programa con el que ha podido comprobar cómo «el mal uso de nuevas tecnologías» se ha acrecentado durante la pandemia en este grupo poblacional. «La necesidad de evasión ha aumentado las adicciones a videojuegos y a las redes sociales, que se han convertido en la vía principal para contactar con otras personas». Esto a corto plazo. A largo, los jóvenes encuentran una enorme «incertidumbre, a nivel laboral y educativo», que redunda en problemas de «estrés, ansiedad y taras emocionales para las que casi nunca tienen habilidades para gestionarlas», en palabras del psicólogo. El Jovement, en este sentido, busca servirles de orientación y brindarles un asesoramiento, «para que en pocas sesiones puedan encontrar herramientas para que puedan gestionar su situación», según Sanchis.
Las grandes ciudades del territorio no han sido las únicas en poner en marcha este tipo de atención. En Montaverner, Paco Revert ha estado al frente de un servicio de atención municipal reactivado en la tercera ola de la pandemia. En su caso, no tan especializado como los de Xàtiva y Ontinyent, sino más orientado a la población en general: «Mayormente, he ayudado a reestructurar la vida en este confinamiento», resumía, «para ayudar a enfrentarse a la ansiedad que ha generado esta situación», la patología psíquica más común entre los habitantes de la localidad. La necesidad de afrontarla está ayudando a abandonar el estigma que aún tiene la atención psicológica en los municipios pequeños, donde no está tan extendido. «Están entendiendo que es una rama más de Serveis Socials, y que pueden recurrir a nosotros perfectamente», afirmaba Revert. Así, la normalización de la psicología más allá de la capital puede acabar convirtiéndose en una más de las consecuencias de la pandemia. El tiempo dirá si acaba siendo un fenómeno circunstancial o un hábito definitivo.
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