Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

MATISOS DISCORDANTS

El casco antiguo de Xàtiva sigue cayéndose

Hace unos días se derrumbó parte del tejado de la casa conocida como El Margallonero, ubicada entre la plaça del Mercat y el final de la calle Vallés del conjunto histórico-artístico de Xàtiva. Apuntaba Josep Sanchis, buen conocedor de muchos aspectos culturales tradicionales y etnológicos de la ciudad, el carácter emblemático de este inmueble histórico, probablemente del siglo XVIII, con posibles restos de edificaciones anteriores al igual que su vecina, la desvencijada y también abandonada a su suerte Posada del Pescado, parada ya años su rehabilitación, en venta y perdiendo valiosos elementos patrimoniales como su curioso rótulo de letras cerámicas. Comentaba que la casa aparecía en la conocida película Tintín y el misterio de las naranjas azules (1964), en escenas rodadas en el casco antiguo de Xàtiva, y lamentaba que su derrumbe era más que previsible, dado el abandono que sufría.

De no ser por la inmediatez y difusión de las redes sociales —a través de fotografías y un vídeo estremecedor, grabado momentos después del hundimiento del tejado— probablemente no se hubiera conocido o hubiera pasado casi desapercibido, como tantos otros graves problemas que arrastra el maltratado casco antiguo de la ciudad.

Llueve sobre mojado en la Xàtiva vella y, con las tormentas de estos días, el peligroso estado del inmueble, sin parte de la cubierta, se habrá agravado, al igual que el de otros, tal vez no tan conocidos, pero sin los que no se entendería el valor —apreciado por los de fuera y desgraciadamente bastante indiferente para gran parte de la sociedad setabense— de la trama histórica urbana original. Cada rincón de este espacio emblemático y cada casa histórica, noble o popular, por sus siglos de existencia, guarda una historia interesante que contar, lo que conlleva un potencial cultural y turístico —y por ello también económico— que sigue sin tenerse en cuenta. Se perderá casi todo, reflexionan con tristeza expertos y antiguos gestores que difundieron y lucharon por proteger y declarar, con la ley en la mano, este patrimonio monumental único en tierras valencianas.

Y la respuesta municipal sigue siendo la misma: echar la culpa a la propiedad, a la lluvia, a la desatención de unos requerimientos que no responden a una acción global y coordinada, sino a detecciones puntuales y muchas veces casuales. Sin voluntad decidida de cumplir con la preceptiva función in vigilando y la rápida acción subsidiaria. Todo menos hacer autocrítica, todavía hoy más necesaria porque es cierto que el deterioro del casco antiguo se fue agravando de manera importante durante las décadas de gobiernos anteriores hasta llegar casi a un punto de no retorno, pero también lo es que los gobernantes actuales se presentaron a las elecciones municipales con el compromiso de revertir —o al menos comenzar a hacerlo, dada la envergadura del reto y los medios disponibles— este deterioro. Y lo han incumplido. No se puede fiar todo a la aprobación de un Plan Especial que lleva 30 años de retraso y aún no se ha publicado. Hace falta una hoja de ruta y una planificación efectiva y consensuada en el ámbito público y privado, con un horizonte de varias legislaturas. Un verdadero pacto de ciudad por su corazón histórico. Y sobre todo, un cambio de mentalidad que pasa por abandonar la creencia, tan extendida en Xàtiva, que el particular que heredó una vivienda familiar y cree en conservarla, en la mayoría de casos, es un potentado millonario, —¿por tener una deteriorada casa?—, al que hay que reclamar por ello una exagerada contribución dineraria. Porque seguramente muchos no tienen medios para afrontar la restauración, ni el cuidado que de otro modo sí que realizarían. Y la solución no es que renuncie a la herencia o ponga en venta la casa para que caiga en manos especuladoras, interesadas en todo menos en la conservación del patrimonio. De carteles de «se vende» están llenos balcones de forja y cerámica barroca del casco antiguo de Xàtiva, que siguen cayendo, al igual que sus tejados, con cada nuevo temporal de lluvias.

Compartir el artículo

stats