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Castelló de Rugat quiere ser la última «villa» de València

La localidad retoma un expediente iniciado en los años sesenta para lograr una distinción que reconoce la importancia histórica del pueblo

Vista de una céntrica calle de Castelló de Rugat, en una fotografía de este verano | PERALES IBORRA

Hace ya tiempo que las distinciones que los reyes medievales otorgaban a las poblaciones bajo su mando quedaron desprovistas de los privilegios que conllevaban con respecto a otros municipios, como el derecho a celebrar un mercado municipal. Sin embargo, es indudable que los ecos de estas insignias aún resuenan en el presente: siguiendo con el mismo ejemplo, los mercados y ferias de mayor importancia del mapa valenciano son aquellas más antiguas, que empezaron a celebrarse hace unos cuantos siglos gracias al designio del monarca de turno. En este sentido, el Ayuntamiento de Castelló de Rugat ha reactivado una vieja reivindicación heráldica: su reconocimiento como vila. Un nombramiento que, como explica el alcalde Antonio Esquinas, representa una cuestión de «identidad y orgullo como pueblo». Un ánimo que se quiere reforzar en la salida de la pandemia. .

El consistorio ha iniciado ahora el expediente municipal para lograr la distinción, pero la voluntad viene de mucho antes. Concretamente, del año 1968. La historia tiene su aquél. El alcalde José Gil pidió entonces a la Gobernación franquista el reconocimiento de villa, una petición que llegó a ser publicada en el boletín provincial. El consistorio encargó a Enrique Pastor, vecino del municipio, que se encargase de indagar y recoger los hechos históricos que justificasen el nombramiento. Con el proyecto encauzado, el final de la dictadura y la reforma de las estructuras de gobierno motivaron que quedase guardado en un cajón. Una década después, el concejal Miguel Soler, a quien Pastor cedió su archivo antes de morir, logró que el pleno del ayuntamiento aprobase una moción para reactivar el expediente. Sin embargo, era el último pleno del último mes de legislatura. Un nuevo cambio de gobierno, esta vez tras los comicios municipales, provocó que el proyecto volviese a quedar en un limbo.

El año pasado, funcionarios del ayuntamiento recuperaron el viejo expediente, y se lo presentaron al gobierno municipal. «Decidimos ponerlo en marcha, porque se trata de un distintivo que reconoce a los pueblos que han contado con cierto protagonismo en su entorno. Castelló de Rugat ha cumplido con ese papel, como último gran núcleo antes de llegar a la Safor», valoraba el munícipe. No será un vecino del pueblo, sino el Consell Tècnic d’Heràlida i Vexil·lologia de la Comunitat Valenciana quien se encargue de bucear en la historia para justificar el nombramiento. Esquinas se muestra confiado en que Castelló de Rugat pueda entrar en 2022 siendo la última vila de Valencia.

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