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Zapatillas de Benigànim en la Filarmónica de Berlín

Parellada se ha convertido en proveedor de algunos de los fabricantes europeos más punteros

Jorge Parellada monta un clarinete nuevo de Shwenk&Seggelke de mopane y llaves doradas. | PERALES IBORRA

Por sus manos han pasado miles de instrumentos de viento ligados a músicos de las cientos de bandas federadas en la Comunitat Valenciana. Jorge Parellada es toda una institución en el campo de la reparación de instrumentos musicales, una reputación que ha ido ganándose desde que se instaló en Xàtiva como autónomo en 1993.

Hace una década, sin embargo, comenzó a explorar un nuevo camino que ha ido perfeccionando desde el pequeño taller que ahora regenta en la localidad de Benigànim. Cuando Parellada se inició en la fabricación artesanal de zapatillas, estas piezas -de las más importantes y a la vez más delicadas de un instrumento de madera- solo podían adquirirse en Italia. El tiempo que tardaban los proveedores en servirlas era exasperante. Al reparador se le ocurrió la idea de hacerlas él mismo y empezó experimentando durante unos cuantos años en los que únicamente las utilizaba «para consumo propio».

Hasta que en 2014 el principal constructor alemán de clarinetes artesanales, Jochen Seggelke, se interesó por la calidad de su producto. Se entabló así una relación que se ha afianzado con el tiempo. Ahora, el nombre de la marca Schwenk&Seggelke se ha incorporado a la denominación del taller de Jorge, Martín Olarte, distribuidor exclusivo para España de clarinetes de esta prestigiosa firma, para la que el reparador asentado en Benigànim también trabaja de forma externa dedicándose al montaje y enzapatillado de sus instrumentos.

Parellada se ha convertido en proveedor de algunos de los fabricantes y reparadores europeos más punteros, entre los que se halla el que está considerado el mejor en este campo en Alemania, Hans Riedl. Las zapatillas hechas en Benigànim parten rumbo a múltiples destinos del mapa internacional y están presentes en las mejores orquestas sinfónicas del mundo, instaladas en clarinetes de lujo que pueden llegar a valer más de 30.000 euros. La Filarmónica de Viena, la de Berlín, la Orquesta Real del Concertgebouw de Amsterdam o la del Teatro del Festival Wagner en Bayreuth son ejemplos de renombre.

Las zapatillas hechas por Parellada se venden sobre todo en países donde la calidad de los instrumentos musicales es especialmente apreciada, como Alemania, Austria, Suiza, Países Bajos, Japón, Polonia o Hong Kong, lugares donde los instrumentos musicales con sello alemán tienen mucha demanda entre los profesionales del más alto nivel. En España, en cambio, el fabricante asegura que solo tiene un cliente de este producto.

La vía de la especialización y la diversificación ha permitido a Jorge sortear en buena medida la crisis que ha atravesado el sector de las reparaciones y venta de instrumentos en suelo nacional como consecuencia de la pandemia, que ha suspendido durante muchos meses la actividad de las bandas y los músicos valencianos. La fabricación artesanal de zapatillas -sobre todo destinadas a clarinetes y fagots, aunque también está avanzando con las de saxofón- supone ya casi la mitad del volumen de negocio del taller Martín Olarte y la idea de Parellada es centrarse cada vez más en esta actividad -junto a los montajes de los continuos pedidos que llegan de Alemania- para ir abandonando progresivamente la reparación de instrumentos más comunes.

El secreto de la piel de cordero

El reparador comenzó su trayectoria en Madrid, aprendiendo durante cuatro años en el taller de Manuel Parra, uno de los mejores técnicos de instrumentos de viento que han existido en España.

El secreto de las zapatillas que fabrica Jorge es un laborioso y complejo proceso de elaboración en el que todo se hace a mano. Una de las razones del éxito de las piezas es la calidad de la piel de cordero con la que están hechas, originaria de la Comunitat Valenciana, que se refleja en la calidad y la calidez del sonido del instrumento, así como en la denominación de su marca, Spanish Leather Pads. Otros materiales empleados son el filetro, la silicona -cuyas láminas confecciona él mismo- o la fibra de carbono, que las hace resistentes.

Rebajar la piel hasta dejarla con un grosor muy fino es una de las mayores dificultades. «La misión de las zapatillas es cerrar agujeros; por eso tienen que ser planas y a la vez blandas, pero también indeformables. Conseguir todas esas cosas a la vez es muy difícil», sentencia Parellada.

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