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DIMARTS MERCAT

El «yonki» del dinero

El «yonki» del dinero

Se le considera el epicentro de unas cuantas piezas judiciales que veremos cuando terminan. Conociéndolo como se le conoce quienes algo le conocemos, no es de extrañar que sea capaz de montar un pollo como el que ocupa las portadas, contraportadas, y números especiales de papeles periodísticos, tan modernos y tan «in», que ahora te sueltan una noticia sin darte ni una zorra pista de lo que se refiere. Para tiempos pasados quedan «las 5W», necesarias e imprescindibles en primero de periodismo, ya que encierran el secreto de todo buen periodista. La aplicación de esta regla se hace imprescindible a la hora de explicar la estructura interna de la noticia, donde se va narrando la información de mayor interés a menos.

Ahora no, ahora te colocan un titular alocado y sensacionalista. Lees la entradilla, sigues por el cuerpo de la noticia, y cuando te quedan dos líneas para terminar, resulta que de lo dicho nada de nada, sino que era una suposición o una posibilidad. La noticia no existe, todo lo contrario que provoca el «yonki del dinero», que él solito es capaz de escribir el argumento de una película; de ser el galán principal; casarse con la protagonista; desayunar con diamantes; jugar la partida de cartas más larga del mundo; comprometer a todo fulano que se precie en cualquier lugar del recóndito planeta; largarse con la pasta sigilosamente; aterrizar en un desierto con la avioneta alquilada; desaparecer del mapa y volver convertido en un moderno lleno de piercings, tatuajes, y pelo alocado de ligar por las discotecas, para declarar que «va salir mierda a punta pala». Y ahí está que destapa los chiringuitos y las mamaderas de sus superiores y las suyas propias; se hace famoso y viral haciendo de comparsa con aquello de «deu mil, onze mil, dotze mil…dos milions de peles», y salen a la luz apartamentos y lugares para ricachones, pero dejando bien claro que «hay que repartir el pastel».

El «yonki del dinero» cambia ahora de estrategia judicial y dice que de lo dicho, nada. Que lo manipuló todo. Así que ya verá su señoría lo que hace con todo lo declarado. Es que, al «yonki» la pusieron delante de los morros los lapiceros y sacapuntas a 30 céntimos de euro, para comprarlos por miles para los pueblos, como regalito de la diputación, pero le ofrecieron la posibilidad de facturarlos a 50 y esos 20 de premio por los servicios, y ante este ofrecimiento a ver que hace usted, pues convertirse en un «yonki» que acaba de descubrir que ganar dinero es lo más fácil del mundo. Pero nuestro protagonista no es el máximo presunto culpable, sino todos aquellos que por encima de él, tienen el poder de decidir y consentir.

Un presidente de todo aquello que encierra posibilidad de decidir, tienen las posibilidades de convertirse en «yonkis», cuando le ponen en los morros el papel para que estampando su firma, la cuenta corriente le suba unos cuantos enteros. Sin nadie que controle ni fiscalice. Algo está fallando.

Nuestro «yonki» es un tío tan listo, que siempre actuó según sus creencias y llevó a cabo la máxima de «las cosas bien hechas cuestan dinero, y si lo tenemos hay que gastarlo». Es un personaje que nunca utilizó las medias tintas y fue capaz de contratar a Mónica Naranjo, cuando la señorita suspendía sus actuaciones a causa de los excesos, día sí y día también, y el «yonki» fue avisado por su alcalde de esta circunstancia. No le importó la opinión. Contrató a la Naranjo y cuando se hizo oficial la suspensión, su alcalde le buscaba por el Real de la Fira con un garrote recién adquirido en la parada de Bastones Martínez, de Jarafuel.

No le encontró simplemente porque estaba en los toros con un amiguete de correrías políticas, saltando la barrera con dos «pilinguis» de generosas minifaldas que provocaron un «oleeee» entre el público, con todos mis respetos y consideración a las señoritas acompañantes.

¿Qué se puede esperar pues de un personaje tan peculiar? Pues que si cae, caerá acompañado. Aunque tenga que volver a simular tatuajes en la piel y «piercings» en la nariz y ombligo. Al tiempo.

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