La generalización del consumo del cloretilo —un potente anestésico de uso deportivo— como droga entre los preadolescentes de Canals ya ha encendido las primeras alarmas en el municipio. Y en el resto de la Costera.

Los jóvenes inhalan la sustancia acumulada en un aerosol tras rociar una prenda de ropa. Solo tienen que esperar unos segundos a que el producto haga efecto. Lo más normal es que sufran alteraciones de comportamiento, relacionadas con la euforia, la risa o el aumento de agresividad en los casos más leves.

Sin embargo, lo que podría comenzar como una aventura o chiquillada puede acabar en tragedia. En diciembre del año pasado, por ejemplo, una niña de Montroi entró en coma por culpa de este tipo de prácticas.

De hecho, el uso del cloretilo como una sustancia que altera el comportamiento al inhalarla no es una práctica nueva. A principios del año 2000 ya se usaba entre los jóvenes que buscaban nuevas experiencias. Sin embargo, su acceso estaba más limitado al necesitarse una receta médica para comprarlo en una farmacia. Ahora, sin embargo, se puede adquirir fácilmente por Internet.

Fuentes de la Policía Local de Canals confirmaron ayer a este diario que han identificado a jóvenes de la localidad que llevaban el maletero de sus motocicletas lleno de este producto. Y que algunos padres han comentado que han llegado a encontrar docenas de botes tirados por el suelo en su caseta tras volver después de un fin de semana. También se han hallado grandes cantidades de unidades vacías en zonas cercanas al río Sants.

«Incluso, en algunos registros realizados en zonas de ocio se han encontrado botes de cloretilo junto a sustancias como marihuana. Nos han comentado que hay jóvenes que han ido a Urgencias a pedirlo simulando una lesión. A su vez, algunos responsables de pubs y locales de ocio han avisado del aumento de su consumo. Es un tema a tomar muy en serio, la alarma es grande y general», expusieron las mismas fuentes.

Mercado negro

Desde la Policía Local también alertaron ayer sobre la aparición de un mercado negro de cloretilo en Canals. Exponen que es un producto legal que no pueden requisar y que un joven —o un adulto— podría comprar decenas de unidades y revenderlas: «Es una de las líneas que investigamos. Un bote puede costar unos seis euros. Al saber que hay tanto consumo, se podría revender a 20 euros la unidad. Negocio hecho».

Los primeros avisos llegaron en septiembre. Y la situación se ha agravado. Los responsables de las farmacias del municipio, por ejemplo, han llegado a un acuerdo para frenar su venta entre los jóvenes. Y los agentes locales han decidido que avisarán a los padres de los menores si encuentran botes de cloretilo en algún registro: «Es lo único que podemos hacer. Al menos, que sepan lo que está ocurriendo. Que estén avisados».

La alcaldesa Mai Castells participó ayer en una reunión junto a la concejal de Sanidad, Verónica Ferri, la coordinadora del centro de Salud, Cati Castillo, la farmacéutica Susana Llaudes y los representantes de los cuerpos de seguridad. Acordaron coordinar charlas informativas y enviar un escrito a Salud Pública.